El derby en diferido

Ganaron los dos

Cada uno en su estilo, Sporting y Oviedo mostraron que sus aspiraciones miran hacia arriba

Por la izquierda, Alemão, Queipo, Seoane, Rivera, Hassan, Dani Calvo, Colombatto, Insua, Borja Sánchez, Leo Román y Pablo García.

Por la izquierda, Alemão, Queipo, Seoane, Rivera, Hassan, Dani Calvo, Colombatto, Insua, Borja Sánchez, Leo Román y Pablo García. / Ángel González / Irma Collín

Melchor Fernández

Melchor Fernández

El partido que Sporting y Oviedo disputaron el pasado sábado en El Molinón fue muy diferente que el de la primera vuelta, que se jugó en el Carlos Tartiere otro sábado, el 9 de septiembre de 2023. De aquel partido lo único memorable fue el envoltorio de gran fiesta producido por dos aficiones que se reparten Asturias. Aquella tarde dio poco de sí en puro fútbol. No hubo un juego aceptable que se tradujera, ya que no en goles, al menos en ocasiones. Repasando notas uno se encuentra con que en aquel partido hubo un solo disparo a puerta. El derby del 10 de febrero de 2024, el de anteayer, se abrió, en cambio con un disparo que fue un golazo. Fue como el anuncio de que todo iba a ser diferente. Y lo fue: un partido intenso, que, para ser definitivamente memorable para los aficionados, dejó en el aire la polémica sobre si la defensa sportinguista había cometido dos penalties que el árbitro se negó a reconocer.

El gol decisivo

No habían transcurrido dos minutos cuando llegó el gol que marcaría el partido. Surgió de un saque de banda del Sporting que llevó el balón al lugar del área oviedista donde estaba Jimmy, quien despejó con la cabeza hacia la frontal. El balón fue hacia donde se encontraba Nacho Méndez, quien, sin ningún rival que le obstaculizara, pudo controlar el balón y colocarlo a favor de su pie izquierdo para disparar a puerta. No pareció que de su bota surgiera un cañonazo, sino un envío con mucho temple, que buscaba en la portería oviedista la escuadra más alejada de donde se encontraba el portero Leo Román. Cuando este se dio cuenta, el balón ya se había colado en su meta. Ese gol acabaría siendo decisivo.

Un Oviedo persistente

El madrugador gol dio ánimos al Sporting pero no hundió al Oviedo. Como mucho, le produjo un desconcierto temporal, de poca duración, superado el cual empujó a su rival a una actitud defensiva, con lo cual cada uno se instaló en su estilo. Los dos tienen a estas alturas de la Liga números muy parecidos pero con estilos bien diferentes. El Oviedo pasó a dominar y fue en esa fase cuando tendría su ocasión más clara. Fue en un gran pase de Colombatto que propició una colada de Bretones hasta la línea de fondo, desde donde mandó un centro raso y blando hacía Paulino, que estaba en el centro del área sin ningún rival encima. Parecía un gol seguro. Pero, sorprendentemente, cuando Paulino quiso golpear aquel balón tan propicio, le pasó por encima de la bota. Ni siquiera llegó a tocarlo. Probablemente dio un bote que despistó al delantero oviedista. Paulino sería, en cualquier caso, el rematador más persistente del Oviedo, con el pie o con la cabeza. El Oviedo, con un buen movimiento de balón y una buena creación de espacios, con dos laterales, Viti y Bretones, que son más bien extremos y un Colombatto tan certero como imaginativo en sus pases, llegó muchas veces a las cercanías de la portería rojiblanca, pero se encontró con una defensa que, capitaneada por Cali Izquierdoz y reforzada con la presencia del reaparecido Insua, dejó pocas opciones de remate.

Sporting, dos ocasiones

El Sporting, por su parte, tendría dos claras ocasiones de gol. La que pudo tener más influencia estuvo en la cabeza de Villalba, a los cinco minutos del segundo tiempo, cuando se adelantó a cabecear el centro de Pascanu, con la portería a apenas dos metros. El gol parecía cosa hecha, pero el remate salió muy alto. La otra ocasión llegaría en el minuto 95, cuando el Oviedo forzó un córner y su portero, Leo Román, se sumó a los posibles rematadores en la que se presentaba como última oportunidad. No lograron su objetivo y el Sporting se encontró con la posibilidad de un contragolpe que le salió tan bien que acabó dejando a Mario con el balón en los pies a unos treinta metros de la portería desguarnecida. Pero la última incorporación a la plantilla del Sporting, tal vez porque se precipitó a tirar, no acertó con aquel gran hueco propicio y mandó fuera un balón que, de haber entrado, hubiera dado al Sporting una victoria engañosa por desahogada.

Tembló la portería

La jugada de ese posible segundo gol del Sporting se había iniciado en un despeje de su portero, Christian Joel, que, por lesión de Yáñez, tenía al fin una oportunidad en el Sporting, al que lleva vinculado mucho tiempo. Y estuvo a la altura de las circunstancias con una actuación en la que llamó la atención, sobre todo, por el temple que mostró. Su intervención más comprometida fue, seguramente, en el lanzamiento de una falta por Colombatto. El argentino, desde la posición lateral en que hizo el disparo, buscó el primer palo con un tiro con efecto. Y Christian Joel acudió valientemente a atajarlo. El valor estaba no en la posibilidad de chocar con un contrario sino en hacerlo contra el poste. Christian no rehuyó ese riesgo. Al tiempo que evitaba que el balón se colara, él se estampaba contra la madera. Tanto que la portería quedó temblando.

¿Dos penalties?

El saque de falta de Colombatto se había producido como consecuencia de una jugada en el minuto 60 en la que el lateral gijonés Pablo García, que sustituía al sancionado José Ángel, zancadilleó al oviedista Moyano al borde del área. Los ovetenses reclamaron penalty, por considerar que la falta se había producido en el interior del área. Las imágenes de televisión mostrarían que Pablo tenía un pie dentro del área y otro, el que hizo el contacto con el rival, fuera, donde también estaba el balón. Más difícil de dilucidar sería la jugada del minuto 82, cuando Varane, persiguiendo a Paulino, cuando este entraba en el área, tocó su pie trasero al tiempo que llegaba al balón. El árbitro dejó seguir el juego hasta que, minuto y pico después, el balón salió fuera. Entonces, a requerimiento del VOR, acudió a ver la pantalla, tras lo que regresó al terreno de juego haciendo aspavientos negadores con los brazos. Los oviedistas no coincidieron con él y esa discrepancia traerá cola, aunque solo sea dialéctica.

Ganaron los dos

Polémicas aparte, lo realmente importante del partido fue que transmitió la sensación de que sobre el césped del estadio gijonés, generosamente regado por la lluvia durante el primer tiempo, se habían enfrentado dos equipos con aspiraciones más altas que la de vegetar en Segunda División. En el caso del Sporting los tres puntos de la victoria le llevarían a reflejarlo positivamente en la clasificación, al regresar a los puestos de play-off. El Oviedo, por su parte, transmitió la sensación de que, por juego y actitud, los tiene a su alcance. A la altura del ambiente que rodeó el partido, propio de dos clubes que por historial y afición tienen todo el derecho a sentirse grandes, puede decirse con propiedad que ganaron los dos.

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