Opinión

Atraco a las nueve

Sobre la polémica arbitral del Espanyol-Oviedo y otros errores parecidos en la historia azul

Escribo estos recuerdos con bolígrafo y sobre un bloc de mano que traje conmigo al Centro Médico, porque una bacteria dura de pelar me obligó a ingresar hace más de una semana. La evolución positiva y el buen estado de ánimo me permitieron ver el partido de la noche del lunes.

Con el encuentro enseguida me volvieron a la memoria algunos de los atracos de los que fui testigo cuando acudía al viejo Buenavista-Tartiere. Años 60, jugaba el Oviedo en Pamplona y en un lance, un delantero ovetense, cuando los adversarios estaban ya vencidos, disparó a puerta vacía. Los pocos ovetenses en la grada gritaron ¡gol! Pero no. Del suelo había surgido un defensor a tiempo de detener el balón con ambas manos. A cambio de un gol hecho, tampoco era malo un penalti. Qué va. Frente a la "ostentórea" y clamorosa evidencia, el árbitro invalidó la jugada. Ni gol. Ni penalti. Sin explicaciones.

La prensa ovetense rugió al día siguiente, pero, como hoy, sin más resultado que el derecho al pataleo. En la revista "Asturias Semanal", compramos, previo pago, la foto del grave escándalo. Fue la primera página, con un titular sobreimpresionado que no precisa adjetivos: “¡Atraco!”. Algunos años más tarde fui testigo de un suceso en el Tartiere-Buenavista que me quedó grabado, incluido el nombre del árbitro: Olasagasti, donostiarra.

Jugaban el Oviedo y el Sevilla con necesidad del triunfo de los nuestros para, creo, ascender a Primera división. Solamente necesitaba un gol. Y lo consiguió. Pero no. Lo anuló Anasagasti. Y marcó el Sevilla, 0-1. Siguió el insistente ataque ovetense, que marcó de nuevo. Pero no. Anasagasti. Y así sucesivamente. Creo recordar que el Oviedo necesitó 4 o 5 goles para ganar el partido. En su siguiente número, "Asturias Semanal" publicó una foto de Olasagasti con su uniforme, sobre el cual Vallina dibujó unos revólveres al estilo del Oeste. El titular fue escueto: "¡Se busca!". Olasagasti fue expulsado del arbitraje.

Salvador Lax me recordó aquella jornada y aquel arbitraje. Eran las cuatro de la tarde y hacía sol. Cuando este nuevo "atracador" anuló el primer gol le dije a mi hijo Pablo: "El Oviedo no podrá ganar este partido. Está previsto".

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