Oviedo, M. M.

«Mi caso es como el de muchos otros autónomos. Tuve que cerrar un negocio en el que puse mucha ilusión y mucho trabajo, y ahora voy a recibir dos meses de una prestación cuya cuantía es casi simbólica». Lucía, que prefiere mantener reserva sobre otros datos de su identidad, está atravesando un momento muy difícil. En 2011 echó el cerrojo a su negocio de hostelería, con el que había empezado cinco años antes.

«Empecé con cuatro trabajadores, y con la crisis tuve que dejar a dos, y después tuve que reducir jornada, ajustar horarios..., pero entre pagar el alquiler, a los proveedores, las facturas... Al final no me quedó más remedio que cerrar. Era imposible mantener el negocio, porque llegó un momento en que no tenía de dónde recortar más», relata.

Cuando se aprobó la ley que permitía a los autónomos cotizar para cobrar el paro en caso de cese de actividad, Lucía se asesoró y decidió darse de alta en ese epígrafe y pagar. «Si las cosas iban muy mal, al menos me quedaría algo de paro», afirma.

Pero la crisis avanzó mucho más deprisa de lo que se esperaba. Y en diciembre se vio obligada a cerrar. «Me puse a arreglar los papeles y me encontré con que me pedían una lista de documentación que aquello parecía la Biblia».

Así que decidió poner el papeleo en manos de su asesoría. «Hasta ellos se quedaron asombrados. Es que me pedían incluso papeles que no existían».

La prestación por cese de actividad se puede cobrar a través de la mutua con la que esté dado de alta el autónomo o a través del Servicio Público de Empleo. «El problema, en realidad, es que, al ser algo nuevo, ni unos ni otros sabían exactamente qué es lo que había que hacer. Por ejemplo, me pidieron un certificado que debía darme el Servicio Público de Empleo que no existía. Pero como unos y otros estaban igual, tenían que consultar con Madrid, con el Ministerio..., yo qué sé», relata.

«Un día me encontré con otro autónomo que estaba solicitando también la prestación y hablando coincidimos en los comentarios, y al final nos daba la sensación de si no sería que nos querían marear para que pasara el tiempo, a ver si desistíamos», cuenta Lucía. «Por si fuera poco, yo me había dado de baja en la Seguridad Social, pero en el caso de los autónomos los datos al Servicio Público de Empleo llegan con un mes de retraso. Así que en un sitio aparecía dada de alta y en otro, no. Un lío».

Finalmente, Lucía consiguió cumplir con toda la tramitación y hace una semana le llegó la resolución en la que le confirmaban que le habían concedido la prestación. «Tengo derecho a dos meses de paro y la cantidad es simbólica, porque cobraré, porque aún no he cobrado, el 70% de la base reguladora. Supongo que cuando pase el tiempo mejorará la tramitación y la gente cotizará más y cobrará más».

Lucía ni se plantea emprender otra aventura empresarial. «Las cosas están muy mal y yo lo perdí todo con mi primer negocio. Ahora ni me lo planteo», asegura.