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ANÁLISIS

Telecable, de presa a cazador

La compañía asturiana, que estuvo a punto de ser engullida por un competidor, pasará a ser un actor agresivo, según su nuevo propietario, para acometer un plan de expansión en España

Telecable, de presa a cazador

A la operadora asturiana de telecomunicaciones Telecable se la dio por condenada a desaparecer y a ser engullida por un competidor español desde que a comienzos de año su accionista de control, el fondo de capital-riesgo estadounidense The Carlyle Group, mandató al banco de negocios Goldman Sachs la venta del 85% de la compañía. Ahora, y por sorpresa, la pequeña Telecable blinda su supervivencia con un proyecto expansivo propio, amparada en un grupo británico con vocación de crecimiento y que ha anunciado una estrategia ofensiva en España que pretende acometer a través de su filial asturiana.

La creencia generalizada en el sector en estos meses daba por hecho que la menor de las operadoras del país en televisión por cable, internet en banda ancha, telefonía fija y telefonía móvil, y circunscrita a un mercado regional uniprovincial de sólo 1,05 millones de habitantes, no podría ser capaz, una vez puesta a la venta, de sustraerse a los fortísimos movimientos de concentración que se desencadenaron a partir de septiembre con la anexión de Ono por la británica Vodafone, la compra de Jazztel por la francesa Orange (France Telecom) y la adquisición de Canal+ España por Telefónica.

Fueron precisamente estos movimientos, en la medida en que dispararon al alza las cotizaciones en el sector, los que aceleraron la salida de Carlyle de Telecable cuando apenas llevaba tres años y medio en ella y aún no había completado los cinco de permanencia habitual de los fondos de capital-riesgo en las empresas participadas. Las plusvalías latentes (200% en menos de cuatro años) y la lógica financiera del capital-riesgo (maximización de la rentabilidad de sus inversiones) condujeron al desenlace.

La sostenibilidad de Telecable como un proyecto con perfiles propios y centro de operaciones en Asturias pareció aún más comprometido el pasado jueves cuando, de forma súbita e inesperada, el operador vasco Euskaltel, que se postulaba como uno de los más probables compradores de Telecable, anunció un principio de acuerdo para anexionar e integrar a la gallega R de Cable.

Ahora se sabe que Euskaltel -que había salido a bolsa en junio para reclutar capitales con los que adquirir primero a Telecable y, acto seguido, a R con el fin de erigirse en el gran operador de la zona norte de España- precipitó la operación en Galicia tras percibir que Telecable podía tener muy avanzada una operación alternativa para seguir su propio camino. Esta premura explica que altos directivos de Euskaltel y R no tuvieran conocimiento del acuerdo hasta unas horas antes de su anuncio, según se asegura en el sector, y que ambas compañías admitiesen en su comunicación oficial a la bolsa que los términos del acuerdo y de sus condiciones están sujetos a la realización pendiente de la auditoría de las sociedades.

El anuncio de anexión de R por Euskaltel parecía haber dejado el jueves por la noche en una situación de extrema debilidad negociadora a Telecable. Los eventuales candidatos internacionales podrían perder interés por la asturiana si no podían intentar hacerse, de paso, con la gallega para ganar tamaño. Y, con menos pretendientes, Telecable podía estar abocada a dejarse engullir por Euskaltel o Vodafone (otro aspirante cuyo nombre se barajó en el proceso de venta), lo que -sobre todo en el segundo supuesto- hubiese conllevado casi con toda seguridad reducciones de empleo por redundancias de estructura central, servicios y puntos de venta. Ayer Vodafone anunció el despido de 1.300 empleados, el 21,6% de su plantilla, tras la integración de Ono.

A esas horas de la noche del jueves la situación era muy distinta de la que se sospechaba porque The Carlyle, Telecable y Liberbank -éste, como accionista minoritario de la operadora asturiana- ya tenían casi cerrado el acuerdo de venta a Zegona Communications, cuyo conocimiento no empezó a filtrarse hasta el domingo por la mañana.

La confirmación el lunes de la operación invirtió la situación. La que parecía ser una pieza a cazar (Telecable) pretende convertirse ahora en cazador con el respaldo de su nuevo accionista. De modo que una empresa que parecía abocada a ser engullida y a diluirse en otro operador de mayor tamaño, pasará a ser un jugador probablemente agresivo en el sector, a juzgar por las declaraciones de Eamonn O`Hare, el presidente ejecutivo de Zegona.

El nuevo propietario, al menos durante el periodo en el que Zegona permanezca en Telecable -y parece que continuará en ella hasta tanto sea capaz de forjar mediante adquisiciones un grupo europeo de telecomunicaciones con un valor entre 1.413 y 4.240 millones de euros-, va a intentar, dijo, crecer en España, lo que obligará a los demás operadores a recolocarse por la irrupción de un nuevo actor que podría intentar trascender su actual confinamiento asturiano y rebasar la Cordillera Cantábrica. De hecho, el primer reacomodo por la irrupción del intruso ya ocurrió el jueves cuando, a la vista de que Telecable tenía sus propios planes, Euskaltel viró su estrategia y aceleró el acercamiento a R.

O`Hare, un exejecutivo del gigante del sector Virgin Media, dijo en Londres que Telecable será el instrumento que utilizará Zegona para crecer en España. En la medida en que lo haga, la concentración y simplificación del número de operadores en el mercado español tendrá que contar con un competidor más.

En medios vascos se asegura que Euskaltel no tirará la toalla y que podría replantear en el futuro su frustrada oferta de compra sobre Telecable, en el entendido de que, más tarde o más temprano, Zegona acabará vendiendo el grupo que ahora pretende aglutinar tras la compra de Telecable. Si eso ocurriera, es previsible que el precio sea mucho más alto. Porque el grupo asturiano será previsiblemente mayor. Y porque, salvo tropiezos en la recuperación económica, el sector apunta a mejorar sus resultados en los próximos años, lo que explica en parte la actual carrera de Orange, Vodafone y Euskaltel por tomar posiciones engullendo a rivales. Y más cuando la caída del negocio durante la crisis está forzando a los grandes operadores multinacionales y a los regionales a tratar de compensar esas mermas ampliando cuotas de mercado.

En principio, Telecable, pese a su reducido tamaño, parte con algunas ventajas: desde 2009 ha sido la operadora que mejor comportamiento económico ha demostrado; es un actor completo (tiene servicio cuádruple) y ha fundamentado una de sus fortalezas en su negocio fundacional: la televisión por cable, una prestación por la que ahora están apostando sus competidores. Este negocio audiovisual, la trayectoria rentable de la compañía durante la recesión, los movimientos sectoriales y la expectativa de salida de la crisis explican el interés de la británica Zegona por la que hasta ahora era una participada de la estadounidense Carlyle.

Emma Ramos, del PP, expresó ayer su preocupación por que la empresa Telecable "siga alejándose de Asturias" y pidió al Gobierno autonómico que se implique.

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