Los detalles de la oferta que Arcelor-Mittal ha presentado para comprar la planta italiana de Tarento, desde hace meses en manos del Gobierno transalpino y acechada por fuertes problemas medioambientales, han causado una gran incertidumbre e inquietud entre la plantilla asturiana de la multinacional. Los sindicatos regionales no ocultan su preocupación y temen que la compra, de concretarse, pueda penalizar a la producción de los talleres asturianos e, incluso, dejar tocadas las inversiones que están ya previstas en las instalaciones del Principado. De momento, Arcelor se ha comprometido a invertir 2.300 millones en la gigantesca planta italiana; de ellos, 1.100 para intentar poner solución a sus problemas de contaminación sobre la población vecina, y el resto, para aumentar la capacidad productiva.

"Las inversiones que tenemos comprometidas para Asturias parecen de risa con lo que se piensan gastar en Italia", asegura el portavoz de Comisiones Obreras, José Manuel Castro. En las comparaciones con la planta italiana, Asturias sale bastante mal parada. Aun funcionando con el freno de mano echado, la de Tarento produjo durante el año pasado 5,8 millones de toneladas. Exactamente, uno más que lo que fabricaron las plantas asturianas de Arcelor en 2016 a pleno pulmón. El plan de los Mittal en Italia es estirar esos números hasta los 9,5 millones de toneladas. Pero la suya no es la única oferta presentada, enfrente tendrá a un grupo encabezado por el empresario indio Naveen Jindal, que preside Jindal Steel, y que irá de la mano de la transalpina Arvedi.

Castro apunta, además, que "podemos tener dos problemas si la operación falla y la acaba comprando otro grupo, será una competencia tremenda y si nos la quedamos puede traer problemas para los demás". La mayor traba, en el segundo caso, la podrían plantear las autoridades de Competencia, que podrían obligar a Arcelor a desprenderse de alguna de sus factorías en el Viejo Continente. Tal es la inquietud de la plantilla que el comité de empresa europeo de la multinacional ha pedido un informe a una compañía de asesores externos (Syndex) para que evalúe qué consecuencias podría acarrear la compra.

El vicesecretario general de Industriall, el sindicato industrial europeo, el asturiano Luis Ángel Colunga, recalca que cuando Aceralia y Unisor (el germen de la actual Arcelor-Mittal) se fusionaron allá por el año 2001 el organismo de Competencia obligó a la compañía resultante a deshacerse de algunos de sus activos. Vendió una planta de Alemania, otra en Madrid y una línea de producción en Sagunto (Valencia). "Si al final Arcelor se queda con Tarento, está claro que eso puede tener alguna repercusión sobre las plantas asturianas", señala Colunga. Lo que no es tan nítido es cuáles podrían ser.

Los sindicatos participarán hoy en una reunión en Luxemburgo con el vicepresidente de Arcelor-Mittal en Europa, el holandés Geert van Poelvoord, para el que tienen preparada una importante batería de preguntas sobre la oferta que acaba de poner sobre la mesa la siderúrgica.

Iñaki Malda, portavoz de UGT, asegura que el producto estrella de la planta italiana es la bobina caliente, que también se hace en Asturias. "La inversión es muy importante, pero si se consigue poner solución a los problemas medioambientales el potencial de la instalación es brutal, podría llegar a fabricar más del doble de lo que hacemos en Asturias", explica el sindicalista. Malda confiesa estar algo preocupado por los efectos que la compra pueda tener sobre los talleres asturianos. Aunque matiza: "No creo que la operación se haga con la intención de cerrar nada".