La previsión económica del Gobierno en su proyecto presupuestario para este año fue prudente en avance del PIB pero probablemente muy optimista en empleo y sobre todo en recaudación tributaria.

El ejecutivo aprobó en marzo sus cuentas para este año bajo la premisa de un avance del 2,5% de la economía, y sobre este diagnóstico (7 décimas menos de crecimiento que el 3,2% de 2015 y 2016) extrapoló un efecto mucho mayor sobre el empleo. Si en 2016 se generaron 129.343 ocupados según la encuesta de población activa (EPA) por cada unidad de aumento de PIB, para 2017 la estimación es de 202.400. De modo que, si en 2016, con un incremento del PIB del 3,2%, los ocupados EPA aumentaron el 2,28% (413.900 personas), en 2017 creciendo menos (2,5%), la ocupación EPA, según el Gobierno, aumentará más: 506.000 ciudadanos (el 2,73%).

La predicción es aún más holgada en los ingresos tributarios, dado que la previsión de aumento recaudatorio es triplicar el de 2016 con un menor avance de la economía y sin subir más los tributos, aunque con la ayuda de un IPC más alto, que infla los ingresos. Pero hasta ahora, y desde 2012, el Gobierno nunca cumplió sus previsiones. El año pasado presupuestó ingresar 193.520 millones y recaudó 186.249. Esta semana el ejecutivo va a elevar la estimación de crecimiento del PIB del 2,5% al 2,7%. Queda por saber si también va a actualizar al alza en la misma proporción la previsión de empleo e ingresos o si va dejarlos estables, lo que supondría atemperar unas proyecciones quizá demasiado optimistas.