La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El ataque al progreso global

La guerra comercial y sus represalias golpean a los sectores más eficientes y competitivos del país contrario, drenando crecimiento mundial

El ataque al progreso global

La mejora de la productividad y el valor añadido debería ser una apuesta estratégica para las economías desarrolladas en un mundo fundamentado en la división internacional del trabajo y la globalización. Pero Trump, con un presupuesto expansivo, ha recortado las partidas para innovación, universidad y educación.

La apuesta por pactos bilaterales (caso de China) para renunciar a la guerra comercial si este país compra determinados productos a EE UU puede ser otra solución fallida: China saldría perjudicada porque dejaría de adquirir esos bienes a países que le aportaban más calidad o mejor precio; los países que exportaban a Pekín se ralentizarán si pierden el mercado chino y menguarán por ello sus importaciones de otros países (incluido quizás EE UU), y este país habrá favorecido a sus sectores menos eficientes (de ahí que los intente proteger) en perjuicio de los más competitivos (que sí exportan), lo que perjudicará al conjunto de su economía. Es el daño autoinfligido o, como decían Milton y Rose Friedman, las prácticas sado-masoquistas. De hecho, las represalias arancelarias se dirigen siempre a los sectores más competitivos del país contrario y no a sus industrias obsoletas o ineficientes. Todo esto lesiona al conjunto de la economía mundial porque ataca al progreso y a las ganancias de productividad, eficiencia y competitividad globales.

El empeño de EE UU choca además con las ataduras inherentes a la posesión de la divisa de reserva internacional, un privilegio que reporta grandes ventajas y que impone también servidumbres, como es garantizar con déficits externos la existencia de una oferta suficiente de dólares a disposición del resto de planeta.

El proteccionismo casi siempre condujo a más penuria y graves secuelas, como bien supo España con su errada opción por la autarquía en 1939-1957. Antes, la feroz crisis de 1929 se vio agudizada por el recurso al proteccionismo en 1930 en EE UU, que generó más colapso y el ascenso de los extremismos. Las grandes crisis de 1929, 1973 y 2008 fueron precedidas por la caída o la desaceleración del comercio y los intercambios internacionales.

Compartir el artículo

stats