Caixabank cerró 2018 con un beneficio de 1.985 millones de euros, un 17,8 % más que el año anterior, gracias al crecimiento de los ingresos del negocio bancario, la mayor aportación del portugués BPI y la reducción de las dotaciones. A pesar de tales dígitos, los títulos de la entitad catalana perdieron el 7,22% en Bolsa.

En rueda de prensa en Valencia, adonde la entidad trasladó su sede social en 2017 tras la escalada independentista en Cataluña, el presidente de Caixabank, Jordi Gual, restó importancia a ese revés bursátil, y afirmó que los inversores reconocerán a largo plazo la estrategia de la entidad.

De cara a 2019, uno de los grandes retos de Caixabank pasa por pactar con los sindicatos reducir la plantilla en 2.157 personas y cerrar cerca de 800 oficinas urbanas. "Nos dejaremos la piel" para alcanzar ese acuerdo, dijo Cortazar.