El exministro de Economía y vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, negó ayer ante el tribunal que juzga la salida a Bolsa de Bankia que hubiese exigido la dimisión a Rodrigo Rato como presidente de Bankia en mayo de 2012, en contra de lo que sostuvo el exbanquero asturiano; desmintió que el Gobierno de Rajoy hubiese apartado al Banco de España de la gestión de la crisis financiera (lo había dicho anteayer el exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez); y rechazó que el Ministerio de Economía que entonces dirigía hubiese pedido al Fondo Monetario Internacional (FMI) la anticipación del informe financiero sobre España, cuya difusión (con referencias tácitas inquietantes sobre la situación de solvencia de Bankia) hizo "saltar todo por los aires", en expresión de Fernández Ordóñez la víspera.

El informe del FMI es muy relevante. Y no sólo porque anteayer Ordóñez lo señaló como detonante del desastre. Un portavoz del FMI aseguró al periodista Ernesto Ekaizer (así lo recoge éste en su último libro) que se anticipó su difusión a petición del Gobierno de Rajoy. Y algún procesado dijo que con ello se quiso justificar la intervención.

De Guindos declaró que la salida a Bolsa fue "un error" y que el mayor problema de Bankia fue la sobrevaloración de sus activos y su excesiva dependencia de la liquidez del BCE. Sostuvo que el plan diseñado por Rato para el saneamiento de la entidad suscitó incredulidad y juzgó inaudito que la entidad hubiese formulado sus cuentas de 2011 sin el informe del auditor.