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La siderurgia, al límite: el acero chino y el turco se saltan las barreras de la UE

Turquía y China salvan las laxas restricciones de Bruselas e inundan el mercado europeo de carril y chapa como los que Arcelor fabrica en Gijón

El tren de carril de ArcelorMittal en Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

La falta de barreras contra el acero que entra en Europa por miles de toneladas desde otros países del mundo está poniendo a la industria siderúrgica española y, por extensión, a la primera empresa de la región por empleo y facturación, ArcelorMittal, contra las cuerdas y en una situación límite. "En Europa el mercado siderúrgico está totalmente abierto, aquí entra acero de todas las partes del mundo sin ningún arancel, lo que no ocurre en otros mercados como el de los productos químicos o el automovilístico". La reflexión es de Alfonso Hidalgo de Calcerrada, director del servicio de estudios económicos de la patronal del sector en España, Unesid, y viene a cuento de que la Comisión Europea aprobó unas nuevas medidas para tratar de proteger a estas compañías que, en solo tres semanas, ya se han mostrado totalmente ineficaces. Productores de Turquía y de China han llenado el mercado europeo sin oposición de carriles y chapa como los que ArcelorMittal fabrica en Gijón. Las señales de alerta están al rojo vivo.

Bruselas revisó el mes pasado las llamadas como medidas de salvaguarda (una limitación a las importaciones) que Europa aplica a la entrada de acero extracomunitario desde 2018, cuando la política arancelaria de Donald Trump en EE UU desvió hacia la UE producciones que hasta entonces ponían rumbo hacia el mercado estadounidense. Lo hizo, además, para sorpresa de los productores endureciéndolas algo más de lo que inicialmente tenía previsto. Pero ni por esas. "Fueron unos cambios mejor de lo esperado, pero que son insuficientes para la situación actual", asegura De Calcerrada. Lo que hizo la Comisión Europea fue establecer unos límites a lo que se puede importar desde el extranjero con destino a la UE en función de los productos y de los países de origen del acero. Puso una serie de cupos que, si se superaban, obligaban a los fabricantes extranjeros a hacer frente a una penalización, una especie de arancel, y prometió ir revisando la normativa de forma trimestral. Pero la barrera era fácil de saltar. Tan sencillo era que ya las primeras semanas de julio Turquía llenó el mercado europeo de vías de carril para el tren y de alambrón, mientras que China hizo lo mismo con las chapas galvanizadas. Lo hicieron hasta llegar justo al límite, sorteando el castigo de la UE. Con esa estrategia consiguen copar así de golpe al mercado europeo con sus productos y neutralizar a los productores locales. Poniéndolos contra las cuerdas.

El problema, señala Unesid, está en el propio sistema. "La salvaguarda no es una herramienta eficaz", apunta el responsable del servicio de estudios de la patronal. Y menos, agrega, cuando Europa para calcular los cupos de las importaciones se basa en datos de hace dos o tres años. Totalmente desactualizados. "No es eficaz porque ahora el mercado europeo del acero ha caído entre un 25% y un 30% y la pelea debe ser otra", asegura. Y mientras que en la UE, y debido a las medidas de confinamiento, la industria ha levantado el pie del acelerador y ha bajado considerablemente su producción, "en otros lugares del mundo se ha seguido la fabricación como si no ocurriera nada", resalta De Calcerrada.

La Comisión Europea viene rechazando de forma sistemática endurecer su política de aranceles y sus medidas de salvaguarda alegando que la Organización Mundial de Comercio (OMC) no le permite ir más allá con los ajustes. Sin embargo, las empresas tiran de dos ejemplos para desmontar esos argumentos. El primero apela a que países como Estados Unidos sí que han ido más allá con sus barreras a los productores extranjeros, lo que indirectamente ha acabado salpicando a Europa. Y en el segundo ejemplo, señalan directamente a Bruselas, ya que aseguran que la Comisión Europea sí que es más exigente con otro tipo de productos, como en el caso del mercado automovilístico y el químico. "En nuestro caso solo se toman medidas cuando hay casos de dumping (cuando los productores extranjeros tratan de entrar en Europa tirando por los suelos los precios). El del acero es el sector más liberalizado que hay", lamenta De Calcerrada.

Para evidenciar el mal momento por el que pasa la industria siderúrgica en Europa, la patronal comunitaria Eurofer tira de cifras. Según sus cuentas, la demanda de acero se derrumbó durante lo peor de la pandemia hasta en un 50% debido a la caída en la actividad de los sectores que usan este material en sus procesos, como el automóvil, la construcción y la ingeniería mecánica. Cerca del 40% de los 330.523 empleados que tienen las empresas siderúrgicas en Europa pasó por una regulación temporal de empleo (un ERTE). Y, ahora, que las economías han abandonado el confinamiento, la producción no se está recuperando al ritmo que se esperaba. Sin embargo, agrega Eurofer, "otros productores mundiales no han descansado y es poco probable que la salvaguarda del acero de la UE evite un aumento de las importaciones una vez que la demanda se recupere". Y agrega: "Es contrario al interés de Europa que las importaciones tengan prioridad frente a una recuperación impulsada por la producción nacional de acero".

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