La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ana Isabel Fernández | Rectora de la Universidad Alfonso X el Sabio

“Las series caricaturizan algunos puestos tecnológicos”

“Asturias cuenta con todos los ingredientes para poder convertirse en un exportador de tecnología para la industria”

Ana Isabel Fernández.

Ana Isabel Fernández nació en un pequeño pueblo de la vecina León, pero allí solo vivió “unos días”. “Donde realmente crecí fue en Gijón”, señala. En el Principado estudió Ingeniería Informática y se doctoró. Ahora, Isabel Fernández acaba de ser nombrada rectora de la Universidad Alfonso X el Sabio de Madrid (ya lo había sido de la Universidad Europea) y esta semana recibió la “mención especial” en los premios Impulso TIC que cada año concede el Colegio Oficial de Graduados en Ingeniería Informática e Ingenieros Técnicos en Informática (CITIPA) y el Colegio Oficial de Ingenieros en Informática (COIIPA) por su trabajo en favor de que los jóvenes tomen esta salida laboral que, pese a sus elevadas tasas de empleo, va perdiendo adeptos.

–¿Cómo se puede despertar la vocación en carreras tecnológicas entre los más jóvenes?

–En Asturias hay un doble problema. Por un lado está la escasez de vocaciones de lo que llaman las STEM (acrónimo de los términos ingleses ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), que es un problema internacional, es decir, llegan menos estudiantes a prepararse a los centros de educación y por lo tanto hay menos titulados. Pero, además, el problema se agrava porque son pocos los que pueden volver a la región a trabajar. Además de los pocos que hay, la mayoría, por distintas razones, nos hemos tenido que ir fuera a hacer una carrera profesional.

–¿Y qué hacer?

–Hay que establecer políticas de inversión que favorezcan desde el emprendimiento hasta la remotización de los trabajos de alto valor. Asturias es uno de los mejores sitios para trabajar y puede atraer a empleados internacionales. Hay grandes políticas en las que poder inspirarse. Por ejemplo, en Lisboa y Oporto han hecho una política especial de atracción del talento creando una red de “start ups” (compañías emergentes) que están muy vinculadas con las empresas grandes, similar a lo que está haciendo el IDEPA con los proyectos tractores de la industria 4.0. Eso, con la visibilidad adecuada, con la remotización del trabajo, haría que personas que entiendan el atractivo de Asturias en cuanto a calidad de vida y oferta natural prefirieran vivir aquí más que en cualquier otra parte.

–Ha estudiado la razón por la que hay tan pocas mujeres en carreras tecnológicas. ¿Por qué ocurre eso?

–Hubo un momento que había una desaparición total de la vocación de las mujeres por estas salidas profesionales; ahora el problema es más grave, porque afecta tanto a hombres como a mujeres. Esto parece frívolo, pero a veces las series de televisión caricaturizan algunos puestos y si yo digo vocaciones tecnológicas seguro que le vienen a la cabeza series como “The big bang theory” o películas donde se ve el estereotipo que tienen las mujeres. Mientras sigamos reforzando los mismos estereotipos, nuestros jóvenes seguirán soñando con aquello que les hacemos soñar. Es crítico no solo intervenir en los colegios, también hay que hacerlo sobre el sesgo en el ocio y la cultura. Hubo un momento, en los años 2000, en el que fueron muy populares las series de criminólogos, y hay una perfecta correlación matemática entre la proliferación de esas series y la matrícula en España en una titulación que tenía una baja demanda como era criminología.

–Ha trabajado en varias empresas internacionales en proyectos de inteligencia artificial. ¿Cómo de madura está esa tecnología?

–La inteligencia artificial está mucho más en nuestras empresas y en nuestros hogares de lo que parece porque es una tecnología muy transparente, muy poco intrusiva. Esta en los móviles, en los electrodomésticos, en la electrónica que te ayuda en la conducción, en el diagnóstico de la instrumentación médica... No digo que esté madura, pero hay una mayor penetración de la inteligencia artificial de lo que nos imaginamos, y es bueno porque es una tecnología para el servicio. Además, ha ocurrido otra cosa: la pandemia ha hecho que hayamos tenido que automatizar procesos que antes ocurrían de otra manera. Algunos proyectos que podrían haberse hecho con otra planificación se han tenido que acelerar. Por ejemplo, en el caso de los ERTE, antes se podía tener funcionarios tramitándolos porque, afortunadamente, el número de ellos era bajo. Sin embargo, ahora ha habido miles de expedientes que tramitar diariamente y la única solución fue adoptar inteligencia artificial para su procesamiento. Cada vez somos más digitales y las barreras que había para la adopción de algunas herramientas de forma remota en determinados segmentos de la sociedad se han salvado por necesidad.

–¿Cómo afectará la robotización al mercado laboral?

–Cada vez habrá más robots para la automatización de tareas que antes desempeñaban personas. Lo que es innegable es que hay una transformación de los puestos de trabajo. Hay algunos que están desapareciendo y que no van a ser necesarios, pero eso no va a tener más efecto negativo porque lo que hay que hacer es transformar los puestos de trabajo. Otra reflexión es qué tipo de empleo se está dando a las personas y en qué condiciones de remuneración y con qué implicaciones. Para hacer, por ejemplo, camisetas o el ensamblaje de piezas que son sencillas, la industria había deslocalizado estas operaciones porque eran mucho más baratas y generaban modelos de empleo que no eran los adecuados: además de tener una gran “huella de carbono” hay que traer la mercancía a los puntos de distribución. Lo que hay que hacer es dar a las personas otra educación para que accedan a otro tipo de posiciones donde puedan aportar más valor y tener unos mejores salarios.

–¿Los robots llegarán a ser tan inteligentes como los humanos?

–Estamos muy lejos de esa inteligencia que es capaz de generar nuevo conocimiento. Hay teorías que dicen que nunca va a ocurrir, otras que sí. El dilema ético está mucho más cerca. Tenemos sistemas automáticos que deciden a quién le damos una prestación social o a quién le concedemos un préstamo; eso ya está ocurriendo. Lo que debemos hacer es incluir la ética como parte de la normativa legal para asegurarnos de que los sistemas que construimos responden a principios éticos, como la transparencia o la falta de sesgo. Se debe tener derecho a saber si la toma de decisiones depende de una máquina o de un humano.

–Con la pandemia han florecido teorías negacionistas incluso con las nuevas tecnologías.

–En esta época tan atípica en la que tenemos mayor sensibilidad porque estamos sometidos a una situación desconocida y de estrés, se radicalizan los sentimientos y las reacciones ante lo que ocurre. Hay varias corrientes negacionistas, de vacunas, de tecnología, de pandemias... que son la sobrerreacción a una situación de mucho estrés. Luego, si la innovación de verdad supone un gran cambio por la mejora de la conectividad y el abaratamiento en el almacenamiento de datos, todo esto se va a ir diluyendo. Era difícil imaginar que hace quince años íbamos a ir viendo películas en el metro. Si la tecnología tiene utilidad y nos ayuda a hacer un entorno mejor, se diluirá la barrera.

–¿Cómo ve al sector tecnológico en Asturias?

–Hay grandes empresas que han apostado por dejar ahí uno de sus puntos de desarrollo e investigación y hay dos polos que conozco bien, uno es el del entorno del HUCA y otro el parque tecnológico de Gijón, donde están ocurriendo proyectos que son impresionantes. Tenemos las herramientas para llegar a ser un exportador de tecnología para la industria, independientemente de si esa industria está en el Principado o fuera. Solo esos dos polos son espectaculares. Y, además, la Universidad de Oviedo tiene una excelente calidad en la manera en que forma a sus estudiantes. Así que tenemos cantera y tradición industrial. Tenemos muchos ingredientes.

–¿Cómo afronta su nuevo cargo como rectora de la Universidad Alfonso X el Sabio?

–Estoy muy ilusionada. Decidí volver a la educación superior porque ahora es el momento de dar un empujón a la transformación del sector de la educación, aprovechando todo lo que he aprendido a lo largo de mi vida profesional. Era el momento y hay un proyecto apasionante, queremos ser la Universidad de las empresas.

Compartir el artículo

stats