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La elevada factura de la luz amenaza la descarbonización de Arcelor en Asturias

La multinacional ensaya cómo hacer acero verde electrificando sus acerías en países donde el recibo cuesta la mitad que en España

Los dos hornos altos de Arcelor en Gijón.

El plan de ArcelorMittal para descarbonizar su producción en Asturias y poder producir a “gran escala” lo que se conoce como acero verde –limpio, inmaculado de CO2– va a encontrarse así de primeras con dos obstáculos: el elevado precio de la electricidad y lo incipiente aún de algunas de las tecnologías que la multinacional siderúrgica pretende ir, poco a poco, implantando en sus plantas europeas. Como el hidrógeno limpio, al que aún le queda un trecho tecnológico para poder ser competitivo. Esas primeras zancadillas en el camino hacia la descarbonización obligarán a la multinacional a tener que echar mano de fuentes energéticas como el gas natural para poder ir metiéndole tijera a sus emisiones contaminantes, aún elevadas, a la espera de que las tecnologías maduren y el recibo de la luz baje.

El ambicioso objetivo que se ha marcado Arcelor es el de conseguir que sus plantas europeas –incluidas las asturianas, evidentemente– no emitan ningún gas contaminante en 2050. Pero en ese viaje hay un punto intermedio. Para 2030 la multinacional quiere haberle metido ya un buen tijeretazo a sus malos humos. Del entorno del 30%. Son dos porcentajes que van acorde con las exigencias que está haciendo la Unión Europea (UE) a la gran industria del Viejo Continente. Por eso la siderúrgica quiere ir apretando ya el acelerador y ha comenzado los ensayos de cómo serán sus factorías del futuro. Y, señalan algunas fuentes, la mayoría de los caminos derivan hacia una acería y también un horno alto eléctrico. Al menos, en el caso de Asturias. Es en ese sentido en el que llevan semanas trabajando tanto la propia compañía y el Gobierno nacional, que está empujando también para que la transformación que ha emprendido la siderúrgica llegue a buen puerto.

Sin embargo, la multinacional está ensayando ese modelo lejos de Asturias. ¿Por qué? El elevado precio de la electricidad es una de las razones por las que la familia Mittal ha elegido hacer estas probaturas en Francia (más en concreto en su planta de Dunkerque) o en Alemania (en Hamburgo y Bremen, para más señas, donde sus proyectos ya están cogiendo bastante cuerpo). Allí es donde la multinacional está instalando sus primeros hornos híbridos que suponen fabricar acero con hidrógeno, es lo que la multinacional bautiza como DRI (siglas de reducción directa de hierro) y que obligarían a que tanto el horno como la acería fueran eléctricos. Ese es el proyecto que más papeletas tiene para ayudar a la transformación del horno alto “A” sobre el que la dirección de la multinacional tiene previsto tomar una decisión este mismo año.

En Francia y Alemania, banco de pruebas del acero verde de Arcelor, el precio de la electricidad en los lugares donde la siderúrgica está haciendo sus pruebas es la mitad del que Arcelor paga en sus plantas asturianas, según las últimas cuentas de la Asociación Española de Grandes Consumidores (AEGE). La aspiración de la multinacional es que el impulso de las energías renovables durante los próximos años pueda abaratar el recibo. Hay margen para conseguirlo y ese es el camino por el que están optando muchos gobiernos, valora la multinacional. De hecho, el consejero delegado de ArcelorMittal en Europa, Geert Van Poelvoorde, reconoció los esfuerzos que está haciendo Alemania en el impulso de la energía eólica y los que están realizando España e Italia (dónde la multinacional también tiene una gigantesca planta) para el desarrollo de la energía solar. Porque la intención de los Mittal es que el acero verde de sus plantas sea fabricado únicamente con energías renovables. Aunque aún no es posible.

La siderúrgica alaba el esfuerzo de España para el despligue de la energía solar

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Con la puerta de la acería eléctrica, de momento, medio cerrada, el otro camino por el que apuesta la multinacional es el de explorar el uso de nuevos combustibles para dar pasos firmes en su descarbonización. Está estudiando, por ejemplo, el uso de la biomasa o el bioetanol para poder producir en un futuro no muy lejano el acero verde, sin rastros de emisiones contaminantes. En este caso, las instalaciones asturianas sí que están siendo protagonistas. El horno alto “B” estrenó hace unas semanas un sistema para aprovechar el gas de las nuevas baterías de coque de Gijón como fuente energética y que permite evitar que 125.000 toneladas de CO2 acaben en la atmósfera. Es una cantidad pequeña si se compara con la cantidad de gases que pueden llegar a emitir las factorías de la siderúrgica en la región. El cálculo más aproximado señala que por cada millón de toneladas de acero una empresa como Arcelor escupe al cielo 1,76 toneladas de CO2. Con lo que la cuenta rápida apunta lo siguiente. Cuando están a tope, como ahora mismo, las plantas asturianas del gigante del acero son capaces de producir cinco millones de toneladas de acero, con lo que emiten, aproximadamente, 8,8 toneladas de CO2 anualmente.

Esto quiere decir que las factorías asturianas de Mittal aún están bastante lejos de lograr sus objetivos de recortar sus emisiones.

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