El FMI rechaza la receta española para frenar la inflación: ni tope al gas, ni bonificar la gasolina

La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, anunció ayer tras el Consejo de Ministros que el Ejecutivo está evaluando “posibles mejoras” a incluir en la prórroga del decreto de respuesta a las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania: el principal antídoto del gobierno de Sánchez contra la inflación. El plan vence a final de mes, pero la coalición de PSOE y Unidas Podemos quiere extenderlo “preservando su espíritu”. El paquete de medidas incluye, por ejemplo, la bonificación de veinte céntimos por litro de combustible y se complementaría con “la excepción ibérica”, el tope al gas anunciado por los gobiernos español y portugués. Estas prácticas chocan de pleno con las recomendaciones lanzadas ayer por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La institución dirigida por Kristalina Georgieva recomienda a los países “con una red de protección social fuerte” –entre los que estaría incluido España– dejen que los precios suban y que los incrementos en el mercado internacional se trasladen al mercado interno. El Fondo no recomienda aprobar topes de precios, como el que se prevé aplicar en España y Portugal sobre el precio del gas. El FMI apuesta por centrar las medidas de apoyo en las rentas más bajas y provocar ajustes de demanda con los incrementos de los precios, también se opondría a la bonificación de los combustibles a todos los usuarios.

En lugar de centrarse en rebajar los precios energéticos, el FMI apunta a la necesidad de dar prioridad a que se garantice “un acceso asequible a los alimentos básicos, especialmente cuando la seguridad alimentaria es una preocupación”. A juicio de la entidad financiera son un bien más inelástico –su consumo no depende tanto de la variación de los precios– y se lleva una fracción mayor de los ingresos de los más pobres.