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Laboral

Desconexión vacacional: una nueva quimera

Desde el 2018 se reconoce en España el derecho a la desconexión digital | Las horas de trabajo extra sin retribuir están en máximos

Bañistas disfrutan en la Playa de la Malvarrosa. EP

Nunca fue tan difícil desconectar en verano. La incorporación creciente de los dispositivos digitales y móviles a la dinámica laboral, la pandemia y los nuevos modelos de trabajo, han dibujado una realidad de la que, a muchos, les es difícil evadirse.

Fernando, trader internacional de materias primas para una multinacional, lo tiene claro, en la situación actual "el horizonte de la jornada laboral se difumina". Reconoce que su posición le permite trabajar donde quiera y con una cierta flexibilidad. Esa flexibilidad ha implicado, sin embargo, una conexión media de una hora diaria durante su último periodo vacacional.

Por otra parte, Fernando ve ventajas evidentes, tales como la eficiencia, en la incorporación de estos dispositivos tecnológicos, aunque terminen incidiendo en la duración e intensidad de la jornada. Esta intensificación se da, sobre todo, en las comunicaciones dentro del entorno laboral: "Las respuestas son en segundos, nos hemos acostumbrado a la inmediatez".

Un uso pautado de estos dispositivos y sus aplicaciones es necesario, pero no siempre es la norma. Por eso, de cara a nuestras vacaciones, la psicóloga Mónica Ortiz nos reta a dejar nuestros dispositivos electrónicos en casa para que no puedan estropearnos ese paseo por la playa o esa comida familiar. Aunque podemos empezar poco a poco, estableciendo cortafuegos a partir de algunos trucos como utilizar la opción, cuando estuviera disponible, de programar el apagado y encendido del teléfono, ya que "si el teléfono no se apaga, es bastante difícil lograr esa desconexión".

Esto se explica en nuestros propios automatismos, que en muchos casos nos llevan a atender las notificaciones recibidas de manera casi instintiva. Existe también una cultura del overwork, que permanece tan viva como nunca. Nuestra sociedad aún glorifica la devoción al trabajo y, por lo tanto, el exceso de trabajo, como una cualidad positiva.

Según un informe publicado por el Servicio de Estudios de la UGT el pasado 8 de marzo a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA), la cifra media de horas extras semanales realizadas por hombres ascendió a 3,5 millones en el 2020; por su parte, las mujeres registraron un promedio semanal del 2,5 millones de horas extras. Los últimos datos de la EPA, relativos al segundo trimestre del 2022, muestran además que casi la mitad de las horas extra no se pagan en España.

Desde su experiencia, Fernando opina que esa inversión de tiempo y atención que hace el trabajador fuera del horario laboral es en ocasiones voluntaria: "Suena mal pero... toda adicción es un escape, que a veces se emplea para dotar de sentido a nuestro tiempo".

A este respecto, la psicóloga Estefanía López subraya la importancia de «apartarse del modelo imperante de la productividad ante todo». Para ello, es necesario una parada, que se puede realizar aprovechando el periodo vacacional. "Es importante recuperar nuestro derecho a desacelerarnos, a apartarnos de nuestras agendas, nuestros correos, del exceso de organización. Es fundamental levantarnos sin un plan preestablecido, improvisar y disfrutar de esa falta de organización cerrada. Apartarse del modelo que impera durante todo nuestro año de la productividad ante todo".

El precio de no desconectar

La psicóloga Mónica Ortiz advierte de que el estrés acumulado puede causar trastornos en el largo plazo. A nivel anímico, se puede generar alguna descompensación que derive en depresión. La integración de estos dispositivos en nuestras vidas contribuye a esa sobrecarga. Mónica Ortiz ha contado ya con pacientes que han acudido a ella debido a su incapacidad para desconectar del trabajo, agravada por el empleo de dispositivos móviles.

Esta incapacidad para desconectar puede tener consecuencias negativas en otras esferas de la vida personal, como es el caso de la relación de pareja y relaciones paterno-materno-filiales.

Incluso, afecta negativamente a la forma en que el individuo se comporta en sociedad. "El problema es que, en la sociedad, tendemos a normalizar mucho estas sensaciones y quizás nos somos conscientes de su daño para la salud", afirma.

‘Burn-out’

En 2019 la Organización Mundial de la Salud incluye el síndrome de burn-out en su Clasificación Internacional de Enfermedades. Esta nomenclatura se emplea para referirse al agotamiento físico y mental del trabajador. La propia OMS subraya la reducción en la eficiencia laboral como una de sus tres características principales. Pareciera que la eficiencia del trabajador fuera tan urgente o relevante como su propia salud.

Irónicamente buena parte de las alertas que se generan en torno a este desgaste mental, emocional y humano derivan del miedo por parte de las corporaciones a la pérdida de productividad del trabajador. Como si la inversión en la salud de estos no se justificara por sí misma sino en términos de productividad e imagen. Mónica Ortiz denuncia esta búsqueda de un mayor rendimiento por parte de muchas empresas, que se enmascara tras una inversión en la salud del trabajador.

Existe una clase de mentalidad realista que entiende la necesidad de dar un aliciente a las corporaciones para que dejen de extenuar a sus trabajadores. Probablemente, el hecho de que necesitemos tal aliciente es parte del problema.

Hoy, por suerte, los trabajadores que se encuentren en esta clase de apuro pueden acogerse al mindfulness o, como lo denomina el profesor y autor Ronald Purser, "la nueva espiritualidad capitalista". También pueden, además, acogerse a la legalidad vigente.

Regulación

La Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales, menciona por primera vez, en referencia al uso de dispositivos en el ámbito laboral, el derecho a la desconexión digital. Esta desconexión se da cuando, fuera del horario laboral, el trabajador deja de usar toda clase de dispositivo digital o software corporativo.

No obstante la regulación, la desconexión digital parece estar cada vez más lejos, y no más cerca. La propia Ley 10/2021, de 9 de julio, de teletrabajo o trabajo a distancia, que, en su artículo 18, profundiza en el derecho a la desconexión digital, advierte en su exposición de motivos que el auge del trabajo a distancia está derivando en toda una nueva problemática: tecnoestrés, horario continuo, fatiga informática y conectividad digital permanente.

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