Adiós al directivo que reabrió la esperanza en plena reconversión

Muere Woolard, el presidente de Du Pont que decidió implantar la multinacional en Asturias

Su voto de calidad dirimió un empate en el consejo entre los partidarios de Tamón y quienes pugnaban por Irlanda del Norte | Fue el hombre que reorientó y reorganizó la multinacional química

Edgard  S. Woolard, segundo por la derecha, durante una visita a Asturias junto a otros directivos de Du Pont.

Edgard S. Woolard, segundo por la derecha, durante una visita a Asturias junto a otros directivos de Du Pont.

Edgard S. Woolard Jr., el presidente de Du Pont de Nemours que en noviembre de 1989 decidió la implantación en Asturias de la multinacional química estadounidense con un complejo fabril y de servicios, falleció en su casa de Palm Beach Gardens (Florida, EE UU) a los 89 años. Woolard optó por España, primero, y por Asturias, después, contra el criterio de gran parte de la multinacional, proclive a situar su nuevo asentamiento en el norte de Europa, donde el grupo, fundado en EE UU en 1802 por el francés Éleuthère Irénée du Pont de Nemours, ya contaba con emplazamientos en Irlanda del Norte, Alemania, Inglaterra y Holanda, además de una sede en Suiza.

Al consejo de administración determinante que se celebró en noviembre de 1989 en la sede de la multinacional en Wilmington (Delaware, EE UU) concurrieron dos candidaturas finalistas: el valle de Tamón (Asturias) y el complejo de Du Pont en Maydown (Londonderry, Irlanda del Norte), donde la compañía ya tenía una larga y acreditada experiencia en la fabricación de fibras como el "kevlar". La mitad de los consejeros votó a favor de Asturias y la otra mitad se inclinó por la opción irlandesa. Con el consejo dividido a la mitad, Woolard, que acaba de llegar ese mismo año a la presidencia tras 32 años de ejecutoria en la compañía, recurrió al voto de calidad del presidente para deshacer el empate e inclinó la balanza a favor de Asturias.

La decisión se la comunicó Woolard al entonces ministro de Industria, el socialista Claudio Aranzadi, el 30 de noviembre. Dos meses después, el 2 de marzo de 1990, Woolard firmó el acuerdo con el Ministerio de Industria en Madrid y un día más tarde suscribió en Oviedo con el presidente asturiano, Pedro de Silva, el protocolo de entendimiento entre la compañía y el Principado. La inauguración del complejo de Tamón y de la primera de sus inversiones (la fábrica de fibra aramida Nómex) se produjo el 23 de mayo de 1993 con la presencia del presidente del Gobierno español, Felipe González.

Edgard S. Woolard, a la izquierda, y_Pedro de Silva, brindan el 2 de marzo de 1990 en Oviedo tras la firma del acuerdo para el asentamiento de Du_Pont en Asturias.

Edgard S. Woolard, a la izquierda, y_Pedro de Silva, brindan el 2 de marzo de 1990 en Oviedo tras la firma del acuerdo para el asentamiento de Du_Pont en Asturias. / LNE

La gestación del proyecto estuvo sometida a vicisitudes porque la cultura europea de Du Pont estaba muy volcada a favor del norte del continente, de donde procedía el grueso del equipo directivo en Europa. Woolard, por el contrario, era partidario de que la multinacional contase con presencia en el sur de la UE y además aspiraba a contar con talento latino. Hasta entonces, la inmensa mayoría de los cuadros con este origen procedía de Argentina y el nuevo presidente quería abrir Du Pont a la incorporación de profesionales del sur de Europa. Y en la tradición de la compañía su capital humano debía curtirse en fábricas.

La opción española había empezado a gestarse cuando Woolard sucedió en 1989 a Richard Heckert. En una cena que se tributó a ambos en el Hotel Du Pont, en Wilmington, entonces propiedad de la compañía, la delegación española, encabezada por el asturiano Germán Lastra, presidente de Du Pont para España y Portugal, se volcó con Woolard y su esposa, Peggie, a la que regalaron un mantón de Manila. Hubo actuaciones de un grupo folklórico y una tuna llegados desde España. Peggie se convirtió desde entonces en una aliada de las pretensiones españolas, según testimonió Lastra. Antonio Garrigues-Walker, presidente del despacho Garrigues, asesor jurídico de Du Pont en España, también contribuyó. Durante el acto, le dijo al nuevo presidente de la multinacional: "Amigo Woolard, no pierda la ocasión de invertir en España".

"España estaba de actualidad con los Juegos Olímpicos y la Expo, tenía gran protagonismo internacional y el presidente del Gobierno, Felipe González, había sido portada en ‘Time’", rememoró Lastra.

El Gobierno español llevaba tiempo tratando de captar una gran inversión para Asturias para compensar los efectos de las reconversiones industriales y generar un revulsivo reindustrializador. Los intentos con Corning Glass, ATT, Sumitomo... decayeron por unas causas u otras, y la decisión de Jack Welch, el todopoderoso presidente de la compañía estadounidense General Electric, de implantar un complejo químico en Cartagena y no en Asturias –como pretendían los gobiernosespañol y asturiano– había supuesto una gran frustración colectiva apenas un año antes.

Una vez que España pasó a ser candidata con posibilidades en el seno de Du Pont, cobró protagonismo la figura del asturiano Germán Lastra para que la elección recayera en Asturias. Al frente de Du Pont Iberia, Lastra se batió el cobre y se la jugó, puenteando a algunos mandos en una compañía muy jerarquizada como Du Pont, para acceder a Woolard y otros altos estamentos de la empresa e influir en la decisión final.

El entendimiento de la multinacional con el presidente Pedro de Silva y la consejera de Industria, Paz Fernández Felgueroso, fue clave porque se generó un clima de "confianza" y "empatía" recíprocas, admitieron las partes. Lo mismo ocurrió con el entonces Instituto de Fomento Regional (IFR), donde estaba de director técnico Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, que luego tuvo una larga trayectoria en Du Pont. Alan Haagensen, un danés nacido en Brasil y especialista de inversiones de Du Pont en Ginebra, formó equipo con Lastra y se desplazó a Oviedo. El entendimiento pleno con el IFR, que facilitó toda la documentación e información que requería la multinacional, contribuyó decisivamente a fortalecer la opción asturiana.

La tradición industrial de la región operó a favor, según fuentes internas, al igual que el gran acuerdo regional en apoyo a la inversión y en el que se aglutinaron todos los estamentos sociales, económicos, políticos y sindicales de la comunidad. La multinacional pidió un compromiso de colaboración por parte de los sindicatos y lo tuvo en su poder en 24 horas firmado por las principales organizaciones. Compañías como la estatal Ensidesa y otras privadas se ofrecieron a colaborar.

Las delegaciones de Du Pont desplazadas a Asturias eran cada vez de mayor rango, lo que transmitió la percepción de que la opción prosperaba. Lo hizo incluso después de que la petrolera Repsol ofreciera a Du Pont 100 millones de dólares si se instalaba en las proximidades de su complejo industrial de Cartagena, como ya había hecho General Electric en 1988. Lastra y el responsable de fábricas textiles de Du Pont en Europa, Lou Richarson, visitaron Cartagena en un avión privado que fletó Repsol, pero el empeño por Asturias siguió vivo. Du Pont España alertó al Principado de la contraoferta y se precipitaron gestiones políticas para frenar la intentona.

Woolard como presidente mundial de la empresa; David Williamson, presidente de Du Pont en Europa; el consejero de Du Pont España Jaime Urquijo Chacón y Lastra, presidente para España y Portugal, se entrevistaron en Madrid con Felipe González y con el rey Juan Carlos.

Woolard firmó en Oviedo con el presidente Pedro de Silva los protocolos para el asentamiento y ambos brindaron con cava, pero horas después, en Gijón, el presidente de Du Pont se impregnó de la cultura sidrera en un espicha que se le organizó en un lagar del concejo.

Fuentes de la multinacional de aquella etapa y de la actual son coincidentes en que elegir Asturias fue un acierto. Du Pont nunca se arrepintió de la decisión. Y para Asturias su llegada supuso recuperar la esperanza fabril en plena etapa de reconversión industrial y de abatimiento de la sociedad regional.

Williamson comentó a directivos españoles de la multinacional que no fueron las ayudas otorgadas por el Gobierno lo que inclinó la balanza a favor de Asturias porque tales apoyos e incentivos se hubiesen obtenido –dijo– en cualquier otro emplazamiento, sino la constatación de la existencia de cultura industrial, recursos humanos, talento e infraestructuras, como la cercanía del aeropuerto, entre otros factores de localización.

Desde entonces Du Pont ha sido origen, por escisiones, externalización de servicios, ventas y desdoblamientos de negocios, de la llegada a Asturias de nuevas multinacionales como DXC, Axalta. Glatfelter, Chemours, Corteva, IFF y Celanese, amén de la española Sacyr Fluor, todas las cuales permanecen y casi en su totalidad han ampliado sus plantillas.

Nacido en 1934 en la pequeña ciudad de Washington (Carolina del Norte), Woolard era hijo de un contable y propietario de una sala de billar y también librero. Ingeniero industrial por la Universidad Estatal de Carolina del Norte, se inició en el mundo laboral en el fabricante de aluminio Alcoa y pasó una etapa en el ejército.

Tras licenciarse en 1957, se incorporó a la fábrica que DuPont acababa de instalar cerca de Kinston, en Carolina del Norte. Fue la primera fábrica del mundo que produjo poliéster, además de dacron. Woolard comenzó como ingeniero, escaló a puestos de supervisión y finalmente dirigió varias plantas textiles de la multinacional en Carolina del Norte, Carolina del Sur y Tennessee. En los años 70 fue reclamado a la sede coporativa central de la compañía en Wilmington, donde desempeñó diversas responsabilidades hasta su promoción a los puestos de presidente y consejero delegado en 1989.

Al frente de Du Pont acometió una restructuración sin precedentes. Se deshizo del negocio de las fibras (salvo de Nómex y Kevlar), que había sido el sustento histórico de la multinacional y que representaba un tercio de su facturación, así como de otros negocios, caso de la petrolera Conoco, y focalizó la apuesta estratégica hacia lo que hoy es la compañía. Du Pont dijo en un comunicado que "Ed era un líder respetado y carismático. Dirigió la empresa a lo largo de un período crucial en la historia de DuPont, marcado por una transformación significativa, innovación de nuevos productos, expansión internacional y mejoras operativas, todo ello manteniendo su encanto campechano de Carolina del Norte. Su compromiso con la gestión medioambiental fue una de sus pasiones, lo que llevó a la empresa a establecer su primer conjunto de objetivos de sostenibilidad audaces y ambiciosos" También hizo reformas organizativas insólitas y reducciones de plantilla.

En 1995 puso fin a su mandato en Du Pont y a fines de la década fue presidente durante un corto periodo de la junta directiva de la compañía informática Apple, donde defendió y logró el regreso a la empresa de su fundador, Steve Jobs.

Tras su jubilación se dedicó a la familia (su esposa, dos hijas y nietos), a su afición al tenis y a la Fundación que creó: la Woolard Family. La familia ha pedido que no se envíen flores al servicio religioso del próximo día 16 en Greenville (Carolina del Sur) sino donativos a la Sunday Breakfast Mission en Wilmington y a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Germán Lastra lo definió ayer como "sureño, muy afable y cercano, y un buen presidente para Du Pont". Como "cortés, afable y muy americano" lo caracterizó De Silva. El ovetense Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, que fue director de seguridad de Du Pont para Europa, Oriente Próximo y África, entre otros cargos, consideró su figura "clave", junto con Germán Lastra, para hacer realidad el complejo de Tamón.

La también asturiana Ángela Santianes, actual presidenta de Du Pont para España y Portugal, lo juzgó como "la persona, junto con Lastra, decisiva y crítica para el asentamiento de Asturias". "Si no es por él, hoy no estaríamos aquí". "Fue", dijo, "una persona visionaria y que apostó por algo diferente de lo que se apostaba entonces" en Du Pont. "Supo ver que en España tenemos un equilibrio entre la rigidez y la flexibilidad para resolver". "Du Pont ha sido un éxito en Asturias. Entre Du Pont y las empresas que Du Pont trajo a Asturias sumamos más de 3.000 empleos". Woolard era, indicó, "un caballero" y "uno de los mejores presidentes de Du Pont".

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Por Pedro de Silva, expresidente del Principado

Ed Woolard era un hombre muy alto, más bien delgado, de pelo cano, aspecto noble y gesto sonriente, que desprendía caballerosidad. Su llegada a la gran empresa multinacional Du Pont de Nemours tenía como enseña la expansión de la compañía, la reorientación de la investigación hacia la que ya entonces llamaban «ciencias de la vida» y la reparación de la imagen de la empresa, castigada por su pasado contaminante. La instalación proyectada en Tamón, con exhaustivas medidas de prevención, grandes espacios abiertos e incluso una reserva ambiental, debería ser una prueba efectiva del nuevo derrotero de la compañía. De hecho, en su primera visita a Asturias uno de los actos era una conferencia en la Universidad de Oviedo sobre la preservación del medio ambiente por la industria. Nos vimos en Asturias, nos vimos en Wilmington, sede de la compañía, comimos y cenamos juntos y cuajó claramente una corriente de simpatía y, sobre todo, de confianza, algo fundamental en este tipo de operaciones. Téngase en cuenta que la negociación y concesión de las ayudas al proyecto corresponde al Gobierno central, pero en todo lo demás, desde las infraestructuras y urbanismo de la zona elegida a la expropiación de los terrenos, pasando por el examen y aprobación de los estudios de impacto ambiental, los estudios complementarios de todo tipo, los planes de formación, hasta incluso las medidas para facilitar el alojamiento temporal de las muchas docenas de técnicos y directivos que se desplazarían a Asturias desde Estados Unidos para el montaje de la planta, la competencia era del Principado, y, como el calendario era acelerado, resultaba fundamental que confiaran en nuestra eficiencia para cumplir lo mucho que nos tocaba. Felizmente teníamos un equipo formidable, curtido en el anterior intento fallido para captar a la General Electric. Fueron tantas las personas que en la parte «asturiana» (en la que de algún modo sería justo incluir, por su entrega a «la causa», a los directivos de Du Pont Germán Lastra y Bill Walker) hicieron posible sacar adelante el proyecto, que prefiero citar solo a la persona que dirigía los equipos: la consejera de Industria Paz Fernández Felgueroso. Ed Woolard diría, en declaraciones a la prensa, que la colaboración que habían recibido en Asturias era la mejor del mundo. Sinceramente, creo que la sintonía personal tuvo una importancia difícil de medir, superando las desconfianzas de todo tipo que podía suscitar el desembarco en una región industrial de la Europa del Sur con fuerte presencia de la empresa pública y de los sindicatos (ausentes en la cultura empresarial de Du Pont) y, para colmo, con un Gobierno socialista con apoyo externo comunista. Recuerdo la pregunta que me hizo Woolard en la cena de su visita a Asturias acerca de lo que yo pensaba del sistema soviético, entonces ya en plena «perestroika» de Gorbachov. Le dije lo que pensaba, que no tenía futuro alguno. Me respondió que ,sin embargo, mantenía su poder en el mundo. Le contesté que era un cuerpo grande y todavía poderoso, pero ya no tenía alma. Me dijo que era la mejor definición que había escuchado en su vida. Es verdad lo que contó la prensa del momento (y yo no fui la fuente), sobre todo con motivo de la visita a Wilmington, acerca de la insistencia de Woolard en que yo debía tratar de seguir al frente del Principado, pese a que había anunciado con mucha antelación mi marcha al terminar la legislatura. La verdad es que por aquellos días me lo pidió bastante gente, pero creo que nadie con tanto empeño. Lo cierto es que toda la operación funcionó con la precisión de un reloj y Asturias por una vez fue capaz de actuar unida, pero a esa lección se añade la de la importancia de la confianza, un factor humano que al final puede ser tan decisivo como las ayudas económicas, que más o menos las ofrecían en todas partes. Es muy de agradecer la que depositó en nosotros Ed Woolard, al que recuerdo con calidez y afecto en su despedida de la vida.  

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Por Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, exdirectivo de Du Pont

Ayer falleció Ed Woolard, una persona poco reconocida por los asturianos, pero clave en la nueva base industrial y económica de Asturias.

Ed falleció a la edad de 89 Años tras una larga carrera profesional de más de 40 años en Du Pont. Ed ha sido uno de los ejecutivos más carismáticos y respetados de Estados Unidos, donde lideró la trasformación de Du Pont en un periodo clave de expansión internacional, nuevos negocios, innovaciones y mejoras en productividad… El emplazamiento de Asturias es el ejemplo de su legado.

El sueño de Ed era buscar un emplazamiento para expandir la base industrial de Du Pont en Europa donde la «Asturias en reconversión» competía con otras alternativas como Inglaterra, Irlanda del Norte, Holanda, Luxemburgo y otros lugares en España.

 Gracias al esfuerzo de los todos los asturianos unidos por German Lastra y Pedro de Silva, se trasmitió un imagen de nuestra región, de su capacidad y potencialidad, y Woolard se enamoró e ilusionó con Asturias frente a otras localizaciones. Creyó en nosotros, en nuestro potencial y demostramos que unidos, con liderazgo y constancia, éramos capaces de hacer realidad nuestros sueños y que «valemos más de lo que creemos». El  esfuerzo colectivo de los asturianos unidos consiguió convencer a Ed para atraer la inversión y poder desarrollar el proyecto DuPont, que ha sido un éxito y motivo de satisfacción colectivo por su efecto en renovar nuestra cultura industrial y la generación de riqueza y empleo.

Treinta años después, «La DuPont de Tamon» es el mejor emplazamiento de la Corporación DuPont en el mundo, por su seguridad, respeto al medio ambiente, productividad, diversidad y cultura de trabajo gracias al apoyo de Ed, que vio el potencial, y a la visión y empuje de Germán Lastra, Bill Walker y otros muchos más.

Hoy tenemos en Asturias ocho corporaciones internacionales (Glatfelter, Du Pont, Corteva, Chemours, Axalta, DXC , Fluor, IFF), derivadas de este emplazamiento, que tienen sus centros de excelencia ubicados en Asturias. Nadie pudo imaginar los miles y miles de empleos de calidad generados a partir de ese proyecto y el gran número de profesionales (ingenieros, especialistas, economistas, sociólogos, abogados) que se han formado allí y desarrollan su actividad en España y en muchos otros países.

Todavía recuerdo al grupo de jóvenes técnicos que trabajábamos en el Instituto de Fomento Regional de Pedro de Silva, con muchas ilusión y energía cuando recibimos como un «jarro de agua fría» que el gran proyecto de una planta de policarbonatos de General Electric Plastics (GEP) no venía a Asturias. Uno mas de los muchos por los que habíamos trabajado y luchado intensamente para traer a nuestra tierra.

Los asturianos somos peleones y siempre nos levantamos tras de los fracasos. A los pocos días de lo de GEP, retomamos la batalla por el proyecto Du Pont, buscando unir voluntades para conseguir ese nuevo sueño que Germán contagió a Ed Woolard y posteriormente a Bill, Pascual, Enrique, Ángela y muchos otros que logramos desarrollar para ser lo que es hoy: el mejor emplazamiento industrial y de servicios de DuPont y centro de referencia de otras siete corporaciones 

Gracias, Ed, por tu decisión en un momento clave para nuestra querida Asturias.

DEP. 

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