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Una pregunta sobre la reforma de la Constitución que derivó en el "caso Bárcenas"

sobre que he recortado el derecho de las mujeres a ser madres" y le pidió una aclaración de forma insistente, algo que el socialista eludió.

Ya en la segunda parte, cuando el moderador Manuel Campo Vidal propuso hablar sobre la reforma de la Constitución, la de Rajoy fue la respuesta conocida: disposición a cambios constitucionales con el máximo consenso y con objetivos muy concretos, con líneas rojas como la unidad y la soberanía nacional.

Sánchez, como ya había intentado en otras ocasiones para llevar el debate al terreno resbaladizo de la corrupción, rompió el guión y entró a saco en el "caso Bárcenas". Primero dijo que Rajoy tendría que haber dimitido al conocerse el mensaje de texto de ánimo al antiguo tesorero del PP ("Luis, sé fuerte"), y terminó con la frase que embroncó el debate: "Si sigue siendo el presidente el coste para la democracia será enorme. El presidente tiene que ser una persona decente y usted no lo es". "Hasta aquí hemos llegado", replicó Rajoy antes de lanzarse a una defensa de su honradez personal y de reprochar a su contendiente que no hubiera presentado una moción de censura para sacarlo del Gobierno. Rajoy le advirtió que cualquiera puede recuperarse de una derrota electoral, pero "de lo que no se recupera uno es de una afirmación ruin, mezquina y deleznable" contra su persona. Y los tres calificativos se convirtieron durante bastante minutos en una letanía en boca del jefe del Ejecutivo, que se autoproclamó "político limpio y decente" mientras Sánchez volvía a las andadas: "No es un presidente libre, está atado por los papeles de Bárcenas".

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