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El "sorpasso" de la España envejecida

La participación creció en las once provincias que tienen mayor índice de población por encima de los 65 años, la mayor parte del Noroeste, y sólo en seis de las más rejuvenecidas

El "sorpasso" de la España envejecida

Las urnas de Orense estaban más llenas el domingo que en diciembre. No hay fórmula estadística acreditada que permita delinear el perfil de quiénes votaron y quiénes decidieron quedarse en casa, ni modo de concluir con rigor qué ha cambiado de unos comicios a otros, pero Orense y sus vecinos de Asturias, Galicia y Castilla y León son capaces de aventurar algunas pistas. Orense es la provincia más envejecida de España, con casi trescientas personas mayores de 65 años por cada menor de quince, y allí esta vez se votó fuerte, o al menos fuertemente más que en diciembre. También fue la circunscripción donde más progresó la participación electoral respecto a 2015 y la tendencia se repite obstinadamente a su alrededor. Dicen los datos del Ministerio del Interior que anteayer la abstención retrocedió invariablemente en las once circunscripciones con mayor índice de envejecimiento, incluida Asturias. Constatan las cifras, a falta de los resultados definitivos de participación del 26-J, que la movilización del electorado que con tanto ahínco rogaron en campaña los partidos encontró su lugar particularmente allí donde más pesa la población menos joven. Al otro lado, en la otra España, de las veinte provincias que tienen los niveles de veteranía por debajo de la media nacional sólo seis recibieron a más votantes este domingo que el pasado 20-D.

El refuerzo del reclutamiento electoral en las demarcaciones demográficamente avejentadas traslada los incrementos al cuadrante Noroeste del país. Con el mapa del envejecimiento superpuesto al de la participación sale un incremento significativo del número de papeletas depositadas en Asturias, pero también en las urnas de toda Castilla y León salvo Segovia y Valladolid, en Galicia entera o en Cantabria. Configuran todas ellas la geografía básica del envejecimiento en España. Son lugares donde con pocas excepciones la ratio que mide la vejez colectiva de una población sobrepasa las 150 personas en edad de jubilarse por cada adolescente que no ha cumplido los quince años. Justo ahí se fortaleció con particular intensidad, en contra de algunos pronósticos, la participación electoral de la cita que elevó al PP por encima de sus mejores expectativas, que frenó el pretendido "sorpasso" de Unidos Podemos al PSOE y rebajó los apoyos de Ciudadanos.

Todavía sin resultados oficiales del volumen de voto del 26-J, sabiendo que todavía se comparan datos provisionales de 2016 con números definitivos de 2015, y con la salvedad de que las cifras facilitadas en la noche electoral del domingo pueden variar ostensiblemente cuando sean elevadas a concluyentes, en la lista de las provincias con mayor incremento de la participación está Orense por delante de Santa Cruz de Tenerife, la única de las ocho primeras que escapa al perfil de provincia envejecida. Vienen después, por este orden, Lugo, Pontevedra y Zamora, y a continuación Asturias, que con sus más de cuatro puntos de alzada es la sexta provincia con mayor retroceso de la abstención, que con más de doscientos ancianos por cada joven tiene el récord de España de envejecimiento cuando la clasificación se hace en lugar de por provincias por comunidades autónomas. Después León y Salamanca, todas con el mismo retrato demográfico nada favorable para su relevo generacional.

El caso es que en mitad de ese proceso en el que la movilización se enfurece en el Noroeste avejentado, el incremento de las papeletas de Orense hizo pasar al PP un diputado de Podemos. En Salamanca, que se defiende en circunstancias demográficas similares, quitó a Ciudadanos un escaño para dárselo también a los populares y lo mismo ha sucedido en La Coruña. No es posible pasar de la elucubración a la constancia estadística, porque en su inesperado ascenso el PP también pescó escaños que antes no tenía en circunscripciones menos envejecidas que incrementaron significativamente su cuota de abstención -Lérida, Valencia, Toledo, Guadalajara o Sevilla-, pero los resultados divulgados hasta ahora dicen cosas. Que lo que más se movilizó el domingo ante las urnas fue el voto del centro-derecha y que en esta cita electoral insólita por repetida la estructura de la población puede servir para trazar una cierta correlación entre los lugares del país donde estuvo más activo el electorado. En este capítulo, eso sí, ganan sobre todo tres provincias castellanoleonesas. Segovia, Ávila y Valladolid lideraron, con porcentajes superiores a las tres cuartas partes del censo, la participación en los comicios del domingo, con tres circunscripciones catalanas -Tarragona, Gerona y Lérida- junto a Baleares al otro lado de la clasificación.

Asturias, en la línea de sus vecinos de puerta y colegas de penuria demográfica, votó por encima de su recuento anterior. Por regiones, sólo Galicia subió en participación por encima del Principado, y votó más al PP. También subieron, menos, los apoyos del PSOE y los de la coalición Unidos Podemos, éstos sin llegar a la suma exacta de los sufragios de Podemos e IU en las elecciones anteriores, y el principal castigo de las grandes fuerzas redujo las papeletas de Ciudadanos.

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