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Las emociones están en el aula

Algunos modelos teóricos asumen que la inteligencia hay que entenderla como un complejo de factores que deben ser analizados

Las emociones están en el aulaL. MURIAS

"Tu hija es una explosión de emociones", le comentó una profesora de Educación Infantil a un padre que esperaba a su hija a la salida del colegio.

Pocos días después, en una primera reunión entre docente y familias, se habló de las emociones que puede llegar a vivir, durante una jornada escolar, cualquier pequeño tenga 4 o 12 años. Se les ve felices la entrada del colegio y a lo largo de la mañana pueden mostrar alegría, enfado y vuelta a la calma, sorpresa e incluso tristeza, dependiendo a qué situaciones deban enfrentarse.

Todo son emociones, en el aula o en la casa, en el parque o el cualquier otra actividad y cada alumno sentirá y percibirá el mundo de formas distintas. Para desarrollar una inteligencia emocional satisfactoria es necesario trabajar las emociones cada día en el aula. Lo tienen claro en la escuela del siglo XXI. De esta forma, los pequeños conocerán y entenderán sus sentimientos y los de sus compañeros y aprenderán a autorregularse cuando sea necesario.

El psicólogo estadounidense Daniel Goleman describió en 1995 la inteligencia emocional como un importante factor de éxito afirmando que básicamente consiste en la capacidad para conocer, controlar e inducir emociones y estados de ánimo, tanto en uno mismo como en los demás. Y los alumnos, en el colegio, pasan varias horas al día con sus compañeros en su grupo de referencia y también en el patio cada mañana.

Cada vez son más los autores que exponen y defienden la necesidad de un trabajo de reconocimiento de las propias emociones y la de los otros como mecanismo fundamental para enseñar a nuestros hijos y alumnos a crecer como personas psicológicamente sanas y adaptadas a su entorno social.

Algunos modelos teóricos como los planteados por el psicólogo Howard Gardner, premio "Príncipe de Asturias" de Ciencias Sociales en 2011, en su modelo de inteligencias múltiples, asume que la inteligencia debemos entenderla como un complejo de varios factores susceptibles de ser analizados independientemente. Así pues, la inteligencia emocional sería la capacidad de entender, tomar conciencia y manejar nuestras emociones y las de terceras personas.

La inteligencia intrapersonal permite entenderse a uno mismo, detectar las propias emociones y gestionarlas mientras que la inteligencia interpersonal es la que tiene que ver con la capacidad de entender a otras personas y trabajar con ellas, es decir, con lo que denominamos empatía. Es la que va a permitir a los niños hacer amigos, trabajar en grupos, o conseguir ayuda cuando la necesita.

Según este modelo, el que un alumno tenga unos brillantes resultados académicos no es condición suficiente para asegurar de que esta persona pueda desenvolverse en la vida eficazmente a otros niveles como el profesional, social, sentimental o familiar.

La conclusión de todos estos estudios deriva en que el trabajo y la enseñanza en el terreno emocional, también desde los colegios y escuelas a edades muy tempranas, suponen una inversión esencial para los resultados educativos futuros de los alumnos, no sólo en el terreno académico o intelectual, sino en el desarrollo pleno como personas en un entorno social.

Para desarrollar una inteligencia emocional satisfactoria es necesario trabajar las emociones cada día en el aula. De esta forma, los niños conocerán y entenderán sus sentimientos y los de sus compañeros y aprenderán a autorregularse cuando sea necesario.

Desde que nacen, los niños son todo emociones que, sin duda, nos pueden enseñar grandes lecciones a los adultos. Cada pequeño cuenta con su propia "mochila emocional" que le hará totalmente diferente, y le hará sentir y percibir el mundo de distintos prismas.

Es fundamental que los maestros y educadores trabajen las emociones desde el aula para que los alumnos aprendan a diferenciar las que tienen ellos mismos y los demás. También es importante que los alumnos aprendan a poner palabras a lo que sienten en cada momento.

En los colegios tienen claro, por ejemplo, que trabajar la empatía y la asertividad tiene que ser una realidad en el aula con el objetivo de desarrollar una buena inteligencia emocional, algo que también revertirá en mejorar el rendimiento académico. Además, es compatible con cumplir con los objetivos marcados a lo largo del curso y, al mismo tiempo, trabajar las emociones en las diferentes sesiones de cada jornada escolar.

Hay libros y muchos cuentos que ayudan a trabajar las emociones en el aula, además de películas que permiten que los alumnos identifiquen aquello que sienten en cada momento.

Una de las películas es la cinta de animación "Del revés" ("Inside out", en su versión original) en la que la trama se desarrolla en la mente de una niña donde cinco emociones, la alegría, la tristeza, el temor, la furia y el desagrado buscan guiarla en el día a día de su vida.

En cuanto a los libros, en la mayoría de las bibliotecas de las aulas es fácil encontrar "Emocionario" y "El arte de emocionarte", ambos de Cristina Núñez. También es habitual encontrar otro título fundamental para trabajar las emociones. Se trata de "El monstruo de colores", de Anna Llenas.

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