Francisco Erice, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, entiende que la marcha puede ser el resultado de la intención de Juan Carlos I de "beneficiar a la institución", "de la presión de la Casa Real" o de una combinación de ambas. En estos momentos, en todo caso, la del Rey emérito es, a su juicio, "una figura tóxica" que "ha hecho patente la gran debilidad e irracionalidad de una institución como la monárquica que depende en gran medida de la honorabilidad o el carácter ético de las personas que la representan". La separación y el alejamiento del Rey", opina, "es fundamental para la continuidad de la monarquía, que está en entredicho", y el historiador lamenta que el exjefe del Estado pueda llegar a "marcharse incluso presentando su salida como un acto de dignidad cuando lo que debería hacer es comparecer ante la justicia. Una cosa es la inmunidad para las labores propias de su cargo y otra para delinquir". Para Erice, el comportamiento del emérito "arroja además bastantes dudas sobre la honorabilidad de la monarquía en el proceso de transición, que debería ser replanteado públicamente".