Medio siglo de un magnicidio que golpeó a la España del tardofranquismo

Los dos asturianos en los que pensaba la CIA para suceder a Carrero Blanco tras su muerte

Informes de la inteligencia de EE UU avisaban de las "incertezas sobre la era post-Franco" que abría el asesinato del almirante a manos de ETA

El coche de Carrero, que voló hasta una azotea tras la explosión

El coche de Carrero, que voló hasta una azotea tras la explosión

Juan José Fernández

Juan José Fernández

A las 9.27 horas del día 20 de diciembre de 1973, hace hoy cincuenta años, una explosión mataba en Madrid al entonces presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco; su escolta, Juan Antonio Bueno, y su chófer, José Luis Pérez Mogena. El magnicidio, obra de ETA, sacudió a la España de entonces e influyó en el devenir de la dictadura franquista. Informes de la CIA reflejan que EE UU barajaba como sucesores de Carrero a los asturianos Torcuato Fernández-Miranda y Manuel Díez-Alegría. La agencia de inteligencia erró en ese pronóstico. 

Pasadas las seis de la mañana del 20 de diciembre de 1973, hora de Washington, los agentes de la CIA que preparaban el informe cotidiano para el presidente Richard Nixon incluyeron una anotación de última hora en su matinal President’s Daily Brief. "Último ítem", titularon la nota, en un folio añadido al comienzo del informe. "España: Premier Luis Carrero Blanco murió esta mañana como resultado de las heridas causadas cuando su coche fue atrapado en una aparente explosión en una conducción subterránea de gas en Madrid. No hay evidencia de sabotaje en este momento". En Madrid ya hacía mucho que habían dado las 9:27, la hora de la explosión, y los momentos de desconcierto de todas las autoridades de la dictadura que siguieron no permitieron corregir de inmediato la primera impresión sobre la causa de la explosión; los autores del atentado corrían hacia Francia y el franquismo se resquebrajaba por su herida más letal.

Al día siguiente, el informe matinal de la central de espionaje para el presidente Nixon ya analizaba más pausadamente y descartando la muerte por accidente: "El asesinato del primer ministro Carrero Blanco ha complicado los planes de sucesión del general Franco y abona las incertezas sobre la era post-Franco", se titulaba el capítulo dedicado a España en el dosier, al que ha tenido acceso este diario.

El cráter que abrió la bomba en la calle Claudio Coello de Madrid

El cráter que abrió la bomba en la calle Claudio Coello de Madrid / LNE

Otros candidatos

Más adelante en el dosier, hay unas palabras para analizar la figura del asturiano Torcuato Fernández-Miranda, devenido en presidente automáticamente por muerte de su superior en el escalafón franquista. La CIA señalaba como "candidato al nombramiento permanente" a un mandatario –muy cercano al príncipe Juan Carlos y luego figura esencial de la Transición– que en realidad solo estuvo once días en el cargo. La agencia erraba menos cuando, informe adelante, especulaba la agencia con que "Franco puede concluir que el asesinato precisa colocar a alguien más a la derecha que Fernández-Miranda". El nombre de Carlos Arias Navarro no figuraba en su quiniela.

Con aquellos análisis horas después del atentado, la antena en España de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos comenzaría la emisión de toda una serie de informes, entonces secretos o de alto secreto y hoy en parte desclasificados, para mantener a Nixon, a la diplomacia y al Pentágono al día de los cambios en esta punta de Europa. Ese mismo día 21 de diciembre, la CIA, bajo el calificativo de "Top Secret", envió al Departamento de Estado en Washington un "Boletín Central de Inteligencia" con solo cuatro capítulos: uno dedicado a una futura visita del mandatario ruso Leonid Brezhnev a Cuba, otro a la lucha de la junta militar chilena "contra el terrorismo", otro sobre posible nacionalización del petróleo en Zaire y otro, en realidad el segundo, titulado "Spain: Killing of Prime Minister Blanco confuses succession question".

Según analizaba la CIA, en ese momento Franco tenía dos opciones: reasumir el cargo de presidente del Gobierno o designar a un militar, el general Manuel Díez-Alegría, jefe del Estado Mayor –y asturiano como Fernández-Miranda–, mientras "la otra parte del plan de sucesión de Franco permanece intacta. El príncipe Juan Carlos, al que Franco nombró en 1969 como rey designado, está todavía previsto para devenir jefe del Estado cuando Franco muera o sea incapacitado".

Carrero Blanco, durante su toma de posesión como presidente del Gobierno, el 9 de junio de 1973. Detrás, Francisco Franco.

Carrero Blanco, durante su toma de posesión como presidente del Gobierno, el 9 de junio de 1973. Detrás, Francisco Franco. / LNE

Arias Navarro, el duro

El 31 de diciembre, la CIA ya habla de "los asesinos, a los que el Gobierno ha identificado como miembros de ETA", a la que describe como "ilegal terrorist Basque organization". Lo hace en un Boletín Central de Inteligencia en el que sembla la figura de Carlos Arias Navarro, el ministro del Interior al que Franco ha elegido para suceder a Carrero Blanco. "Arias tiene reputación de duro, hecha entre 1957 y 1965, cuando fue jefe de los servicios de seguridad de España, y es también conocido por su completa lealtad a Franco", decía el informe. Aquella elección de Franco era interpretada ese día por la CIA como un "énfasis incrementado" del franquismo "en la ley y el orden después del asesinato del predecesor de Arias".

El 9 de junio de 1973, los informes de la CIA dedicaron parecido espacio al nombramiento de Carrero Blanco como presidente del Gobierno. "Carrero, un ultraconservador y cercano confidente de Franco, está dedicado a la preservación del status quo -decía el Central Intelligence Bulletin elevado al Departamento de Estado. Él es el instigador principal de las incrementadas medidas de seguridad contra quienes intentan protestar contra las injusticias en España".

Carrero, ya presidente, "probablemente situará más derechistas en el gabinete", apostaba la CIA en un informe del mismo día, este elevado a Nixon. La figura de Carrero Blanco aparecía con asiduidad en los papeles de la oficina española de la CIA, y cuando aún faltaba para su muerte. El 31 de mayo de 1968, un "Special Report" añadido al Sumario Semanal secreto que enviaba la CIA a sus directivos fue dedicado por entero a España. "Current internal problems of the Spanish Government" se titulaba, y hacía en su portada aviso expreso de que la información no podía ser compartida con autoridades extranjeras.

El informe viene a alertar de un posible golpe de Estado, que se daría de forma preventiva para controlar la sucesión de Franco. En esa situación, el gobierno "cautivo de su aborrecimiento ante cualquier cambio que pudiera debilitar su control, se ha mostrado rígido frente a las peticiones de reforma de grupos estudiantiles y laborales".

Pero esa demanda social crece, y "el vicepresidente Carrero Blanco ha emitido una severa advertencia de que, si fuera necesario, se utilizarían las fuerzas armadas para sofocar cualquier intento de alterar el sistema político".

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