Miriam SUÁREZ

Al Ayuntamiento de Gijón «no le gusta el modelo Fontán» y así lo manifestó ayer su concejal de Urbanismo para responder a los constructores que abogan por la réplica frente a la rehabilitación en el caso de los edificios históricos más deteriorados. El socialista Pedro Sanjurjo se refirió a este símbolo del patrimonio urbano de Oviedo para explicar, por contraposición, cuál es la filosofía del nuevo catálogo urbanístico gijonés: «La rehabilitación arquitectónica no puede convertirse en un recreación de un decorado de época, y el Fontán es eso, un decorado».

Sanjurjo puso las cosas claras aprovechando que ayer arrancaba el período de alegaciones al que estará sometido el nuevo catálogo durante los próximos dos meses. El documento actualiza el listado de bienes protegidos que llevaba en vigor estos últimos 25 años. La actualización, obra de un equipo multidisciplinar de la empresa Dolmen, incorpora 360 edificios que no estaban incluidos, aparte de algunos elementos representativos de la cultura y la historia industrial gijonesa.

Desde el sector de la construcción no faltó quien tachase el documento de excesivo, en restricciones y en número de bienes protegidos. Empresarios del ramo creen que algunas de las fachadas que salvaguarda el Ayuntamiento deberían poder demolerse, debido a su mal estado. En estos casos, apuestan por la construcción de un inmueble nuevo, reproduciendo su diseño original. Una fórmula que, en opinión de Sanjurjo, desvirtúa lo que ese edificio representa.

«No se puede hacer la lectura de este catálogo sólo desde el punto de vista de las restricciones. Un bien catalogado es un bien con un valor añadido», aseguró. De lo dicho ya se sobreentiende que el Ayuntamiento no bonificará las rehabilitaciones, por muchos riesgos y cargas que entrañen. Aun así, el concejal delegado de Urbanismo se pronunció claramente sobre esta propuesta de los constructores: «No habrá más ayudas que las del plan de fachadas. De todas formas, un edificio histórico es un edificio singular y su rehabilitación se compensa en la comercialización».

El nuevo catálogo protege unos 2.600 elementos, desde el colegio de los jesuitas a las «1.500»; desde la ciudadela de Celestino Solar a Mina La Camocha (requerirá un plan especial); desde el portal del edificio Bankunión a muchos de los hórreos de la zona rural. Aunque «lo más novedoso», destacó Pedro Sanjurjo, «es la catalogación de una serie de jardines particulares de Somió y Cabueñes». La norma vela incluso por la conservación de determinados árboles, como el carbayu de Lavandera, o jardines particulares de Cabueñes y Somió.

«El Ayuntamiento permitirá la segregación horizontal de esas parcelas para proteger los jardines sin limitar el aprovechamiento residencial», precisó el edil. En cuanto a los edificios del casco urbano, «se restituyen los recrecidos, con unas condiciones estéticas». Todo para «no consumir edificabilidad», incidió Pedro Sanjurjo.

Miembros del equipo redactor atenderán personalmente a los ciudadanos -en el centro municipal integrado de El Llano- para aclararles estos y otros conceptos del nuevo catálogo. El objetivo es ofrecer «el máximo de información» a técnicos y particulares antes de que el Ayuntamiento apruebe la documentación de forma definitiva. «Aunque todavía tenemos que responder a las alegaciones que nos formulen y todo es opinable, yo creo que el grado de acierto es grande, porque este catálogo está redactado por un equipo multidisciplinar, con paisajistas, arquitectos, geógrafos...», puntualizó Pedro Sanjurjo. Y añadió: «De todas formas, las alegaciones no tienen por qué ir encaminadas a restar. Los ciudadanos también pueden sugerir que incorporemos algún elemento que no se ha incluido en el catálogo, quizá por desconocimiento».