Armando RODRIÍGUEZ

Hace poco más de cien años (1907), el puerto de El Musel daba sus primeros pasos comerciales y sin duda una de las infraestructuras más importantes la constituirían el emplazamiento de los dos cargaderos altos: el primero, conocido como «los calderos», entraría en servicio en 1908; y el segundo, «el embudo», lo haría en 1910.

Ambas instalaciones, junto a otras -como el Parque de Carbones, inaugurado en 1930- posibilitarían que El Musel registrase en los años cuarenta el mayor movimiento de mercancías de los puertos españoles; de hecho, era obligado trabajar, si así se requería por el peticionario, los días festivos. Durante las horas extra, y previa petición, sólo se llegaban a interrumpir los trabajos media hora, para cenar los obreros. Entonces el interesado debía abonar el importe de la comida del personal, que era, en noviembre de 1942, de 130 pesetas para el caso de que operasen en el cargadero de los cangilones, o de 90 pesetas en el «embudo».

La Autoridad Portuaria de Gijón, que conserva como arqueología industrial el primer tramo de este paso elevado que arrancaba en la ladera de Torres, próximo al túnel de Aboño, también exhibe en la central de visitas una maqueta que recrea la emblemática construcción durante los atraques del «Llodio».

En 1909 el cargadero recibió la inspección de la infanta Isabel de Borbón, conocida como «La Chata», hermana del rey Alfonso XII, durante su estancia veraniega en Gijón, y en agosto de 1910 entraba en funcionamiento para embarcar 4.000 toneladas de carbón en el vapor «Serafín Ballesteros» con destino a Barcelona. Muchas de las tarjetas postales y fotografías de época de El Musel tienen como elemento más representativo este cargadero que finalizaba en la barra de atraque de la tercera alineación de los muelles de Ribera.

Por real orden (RO) de 20 de septiembre de 1900 se autorizaba a Luis Belaunde para establecer dos cargaderos de carbones y minerales en el puerto de El Musel. Las obras tendrían que ejecutarse con arreglo al proyecto de fecha 1º de julio de 1899, suscrito por el ingeniero Valentín Gorbeña. La concesión fue transferida al Sindicato de Veriña-Aboño-Musel por RO de abril de 1904, al que se le autorizaba la construcción por RO de octubre de 1905 para la construcción de los dos cargaderos en la segunda y tercera alineación «con sujeción» al proyecto presentado por el ingeniero director del Sindicato Asturiano del Puerto del Musel, Alejandro Olano. En los archivos del puerto también consta un segundo proyecto de 1907 con intención de reformar el anterior.

Durante la Guerra Civil el cargadero recibió el impacto de los cañonazos y bombardeos llegando a quedar inutilizado. Entre los gastos ocasionados, la dirección daba cuenta el 25 de agosto de 1938 de la reparación del viaducto por importe de 9.500 pesetas que realizó la Constructora Gijonesa en veinte días. Además, la Comisión Naval ponía a flote el 29 de julio de ese año -tras dos meses de trabajo- el vapor «Sama» que había quedado hundido en el atraque de ese cargadero, por los bombardeos aéreos de la Legión «Cóndor». El 25 de agosto la instalación funcionaba de nuevo.

En 1928 el Ministerio de Fomento incauta ambos cargaderos para hacer más rentable la explotación de carga y transporte del carbón y minerales hacia El Musel y a partir de entonces pasarían a ser propiedad de la Junta de Obras del Puerto. Así, por real decreto de 1928 se autoriza a dicho Ministerio adquirir de la Compañía del Ferrocarril de Carreño: el ferrocarril de Aboño al Musel y los dos cargaderos, por 2.400.000 pesetas con una bonificación de 25.000 pesetas en concepto de pronto pago. La valoración correspondía: 1.420.000 pesetas al ferrocarril, 230.000 al material móvil -se incluían tres locomotoras-, y 750.000 pesetas a los dos cargaderos. Se otorgó la escritura de compra el 6 de agosto de 1928 ante el notario Santiago Urías Morán, concurriendo al acto José Domínguez Gil García y Federico Hulton y González Posada en representación de la Junta de Obras (presidente y secretario respectivamente); y Alberto Paquet y García Rendueles, en representación de la Compañía del Ferrocarril de Carreño. El 21 de mayo de 1930 se procedería a la recepción definitiva de tales equipamientos.

En sus más de cincuenta años de actividad, los cargaderos serían objeto de distintas mejoras como un proyecto de pintura para el embudo en junio de 1940 con un presupuesto de 40.219,64 pesetas u otro de 1947 para construcción de un muro de refuerzo ante los continuos desprendimientos de la ladera de Torres y evitar así daños en las vías de acceso y en el edificio colindante situado bajo el cargadero n,º 2 destinado a comedor de las brigadas de obras de fábrica y almacén.

Los dos históricos cargaderos serían sustituidos en sus cometidos en 1966 con la entrada en servicio de las grúas eléctricas de 6 toneladas.