J. M.

El arzobispo Jesús Sanz Montes pronunció ayer en la parroquia de San José una homilía propia de la Cuaresma, en la que invitó a los fieles a interpretar el sentido de la oración, el ayuno y la limosna que la Iglesia recomienda durante este tiempo. Previamente, el mitrado comentó el Evangelio de la misa, en el que «Jesús se refiere a dos noticias del día, que habrían salido en las portadas de los periódicos si entonces hubieran existido: unos disidentes galileos habían sido reprimidos por el romano invasor y, por otro lado, un mal cálculo hizo caer la torre de Siloé y mató a 18 albañiles».

Sanz Montes glosó las palabras de Jesús en el Evangelio en el sentido de que «él, atento al paso de la vida, se pregunta si aquellos disidentes de la revolución guerrillera galilea, o los albañiles de honradez laboral, eran mejores o peores que nosotros». Según el Arzobispo, lo que Jesús responde es que «la verdad y la coherencia de vida están en otro eje, y no en nosotros mismos, sino en una actitud ante Dios».

A continuación, Sanz Montes se preguntó si «¿vale la pena seguir celebrando la Cuaresma, y no como una ritualización mecánica?». Por ello acudió a los tres consejos de la Iglesia católica para esta fechas: «Oración, ayuno y limosna». La primera de ellas «es una actitud: vivir las cosas sabiéndonos mirados por un Padre, y no a modo de huérfanos; no es mascullar oraciones que ojalá nunca olvidemos».

También interpretó el «ayuno como un gesto de solidaridad, porque hay gente que literalmente muere de hambre». Respecto a la limosna, el Arzobispo recomendó «poner la ayuda en las mejores manos». Sanz Montes expuso que «en Haití y Chile tengo amigos y sé que existe gente que se hace rica a costa de los pobres, o monta un chiringuito en forma de ONG». El arzobispo agregó que «de Cáritas o Manos Unidas me fío al 100 por ciento», y también invocó la necesidad de limosna de otro tipo: «Al que malvive con su soledad, sin sentido de su camino y es un mendigo bien vestido y bien oliente; para ellos, nuestra fe es una forma de compañía y de cercanía, pues están necesitados por dentro».