Luján PALACIOS

Los habituales de la Cocina Económica se encontraron ayer con una buena sorpresa al sentarse a la mesa. El primer día de diciembre, cuando la Navidad ya se asoma por todas las esquinas de la ciudad, las personas con menos posibilidades económicas también se llevaron su pellizco de ilusión: un menú de primera elaborado por un cocinero de renombre.

Fernando Iglesias, dueño de la sidrería El Restallu, cumplió en una ocasión más con su cita en los fogones de la institución para llevar a los que más lo necesitan un menú contundente: de primero, una fabada; de segundo, merluza a la romana; y para cerrar la comida, un suculento postre de tarta Saint Honoré. Las materias primas fueron aportadas por el propio hostelero, afanado entre fogones junto con la cocinera Yolanda Suárez durante buena parte de la mañana.

El precio del menú no ha variado, pese a tratarse de un día especial, y la comunidad de Hijas de la Caridad que atiende este comedor social sirvió la mesa como si de una jornada ordinaria se tratara. «Lo importante es ayudar y de llamar la atención para que otros ayuden», indica Pili Fernández, esposa del hostelero y copropietaria de El Restallu.

De esta manera, el local lleva ya una década cumpliendo con una tradición que se repite un par de veces al año. La última cita solidaria con la Cocina Económica tuvo lugar el pasado «día del padre», otra fecha especial en el calendario que los transeúntes celebraron con menú por todo lo alto. En dicha ocasión se trató de fabada, merluza a la romana y tarta de San Marcos.

La idea de ayudar a los transeúntes surgió por la proximidad entre el establecimiento y el comedor social y por unas necesidades crecientes de caridad. «Cuando empezamos cocinábamos para ochenta personas, ahora lo hacemos para más de doscientas», indica Pili Fernández, en un momento en que la crisis económica continúa haciendo mella. Por eso, la continuidad de la iniciativa está asegurada en días señalados, como la festividad del padre, la Navidad o el inicio de las vacaciones de los propietarios de la sidrería.

La Cocina Económica no sólo procura sustento a los «sin techo». También les ofrece albergue nocturno con capacidad para veintiocho personas, duchas y ropero, un servicio de peluquería y hasta un piso de acogida y talleres de formación para los residentes. Ayer, además, se dieron un festín gastronómico.