Hay en el puerto de El Musel dos grandes monumentos a la impasibilidad, por no decir a la estupidez. Puede que haya más, pero nos detendremos en los más clamorosos: los dos tanques de una regasificadora y una montaña de arena que tal vez los vientos ya hayan convertido en meseta o en planicie. Ambos elementos son de esa calidad tan peculiar que conducen a que los ciudadanos pensemos que nos gobiernan incapaces, del mismo modo que sucede en otros puntos de España o de la región, donde hay aeropuertos de nueva construcción por los que todavía no ha pasado un avión o museos que ya son una ruina antes de haber sido inaugurados nunca.

Lo de regasificadora gijonesa es de verdadera traca. El actual Gobierno central la ha paralizado y tal medida podría achacarse a miopías tales como la de haberse cargado los fondos mineros aun cuando, gusten o no, eran la parte compensatoria a la progresiva reducción carbonífera asturiana.

Pero con la regasificadora no hay tal estrabismo. La Comisión Nacional de la Energía en tiempos de Rato ya advirtió de que con la de Bilbao y la de Mugardos (El Ferrol), el Norte iba servido sobradamente. Es más, aun durante el Gobierno Zapatero se escapaban cada poco informes autorizados acerca de que Mugardos estaba a medio utilizar y Bilbao al 60 por ciento. Y la clave del asunto no consistía en tener todas las regasificadoras que se antojen, sino las justas para que el suministro de gas que necesite importar un país disponga de unos 50 días de almacenamiento. Es decir, que podríamos montar hasta tres en Asturias, por ejemplo, y así tener gas para cinco meses, pero tal cosa sería una auténtica estupidez, salvo que tuviéramos 30 plantas de ciclo combinado (¿para vender la electricidad a quién?), o la certeza de que Rusia se hunde en el mar Ártico y su gas se apaga en el mundo.

En cuanto a las arenas acumuladas en El Musel, eran para el relleno de la playa de San Lorenzo, algo que imponía la ampliación portuaria. Ahora se desecha tal medida y por ello deducimos que, o fue cosa de incapaces, o un señuelo para que tragáramos mejor el superpuerto.