C. J.

Cuenta Miguel Ángel Álvarez, investigador y guía en la Universidad Laboral de Gijón que, en el plano constructivo, una de las singularidades de la cúpula de la iglesia de la Laboral fue el uso de ladrillo macizo con mortero, en lugar de los habituales acero y hormigón, lo que hace de esta edificación «una de las ejecuciones más arriesgadas a nivel estructural». Los nervios que soportan dicha cúpula «trabajan a compresión, no a tracción»; de ahí que sea posible el uso de ese material, «excelente para soportar compresiones» como las que se suceden en los muros de carga.

Para resistir ese esfuerzo, el comportamiento del ladrillo macizo hubo de ser investigado y comprobado mediante extensas y cuidadosas pruebas de laboratorio, relata Álvarez. Una labor en la que cobra especial importancia la figura de Luis García Amorena. Un trabajo suyo publicado en la revista «Informes de la Construcción» del Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento recoge, bajo el título «La torsión en vigas de apoyo en forjados y distribución de momentos en nudos de estructura con un forjado solidario», la técnica constructiva desarrollada en la Laboral. Junto al de Gijón, también participó en proyectos urbanísticos como el de 420 viviendas de Fuencarral y tomó parte en el estudio de los cálculos estructurales de la Casa Sindical de Madrid, construida por los arquitectos Rafael de Aburto Renobales y Francisco de Asís Cabrero Torres-Quevedo entre 1949 y 1955.

Matilde García Amorena habla, «desde el orgullo de ser hija de Luis García Amorena», de la inteligencia y sencillez como dos de los rasgos más evidentes de la personalidad de su padre. Y de sus proyectos, dicen sus allegados, era capaz de hacer pasar el sol para darnos luz, sin pasar calor en verano; compartir y unir espacios alentando la comunicación respetando, al mismo tiempo, la intimidad, y permitiendo pasar la luz y el aire a todos los rincones. Todo ello sin olvidar su preferencia por aprovechar los elementos estéticos del cristal y la madera. En esas disposiciones constructivas lograba «orden, armonía y coherencia», recuerda la hija del arquitecto. «En sus proyectos, la belleza está presente», añade. Pero sería la cúpula de la Laboral la que le daría mayor prestigio.

Finalizado este proyecto, Miguel Ángel Álvarez prepara ahora una nueva investigación, en este caso en el marco de su programa de doctorado, en la que profundizará sobre los murales de Enrique Segura presentes en el complejo de la Ciudad de la Cultura.