Ramiro Fernández está de moda. Noticia fresca, dirán ustedes, ¿y cuándo no lo estuvo?, si hasta ha lanzado al ruedo social una figura nueva, la del psicoesteta. Cierto, sólo que en la actualidad su popularidad se ha visto incrementada con una faceta más: la de escritor. Ayer se presentó en el Ateneo Jovellanos su último libro, «Cómo triunfar en la era de la imagen. Claves psicoestéticas para el siglo XXI». Mucho público en la sala y también mucho personaje en la tribuna. El presidente del Ateneo en sus postrimerías, José Luis Martínez, habló del pasado gijonés de Ramiro, cinco años en los que se perfiló nítidamente su futuro, en el que ha triunfado logrando ser una referencia de prestigio en toda España.

La responsable de Ediciones Nóbel, Ana de la Calle, aprovechó la oportunidad para hacer exposición de la trayectoria y logros de la empresa, a su vez responsable de la publicación del libro de Ramiro Fernández. Creada en 1989 por Graciano García, hoy constituye el grupo editorial mayor de Asturias, y entre sus publicaciones promueve cada año el Premio Internacional de Ensayo «Jovellanos» que se falla en Gijón. Respecto al texto presentado dijo que era un regalo para el lector por la variedad de sus temas, entre los que incluye un repaso estético por los personajes célebres del momento, incluido algún miembro de la Casa Real. Como detalle adicional, fiel exponente del carácter generoso del escritor, Ana de la Calle manifestó que Ramiro ha destinado los beneficios del libro a tres entidades benéficas: Mensajeros de la Paz, del padre Ángel; Fundación Padre García Laviana, y Cocina Económica de Gijón.

El antiguo miembro del Comité Olímpico Español Agustín Antuña expuso la vida de Ramiro de forma deliciosa, por cierto. Nacido en San Miguel de Nembra, un pueblo del concejo de Aller, último de siete hermanos, y en una familia de mineros, iba para sacerdote, pero tras cuatro años de estudios eclesiásticos, uno de sus hermanos, instalado en Gijón, lo reclamó para que lo ayudara en su peluquería del Musel. Así es como a los 17 años, Ramiro llegó a Gijón. Era el barberín del Musel, colaboraba en el bar del Pinga, e impulsado por su hermano tuvo sus escarceos con el contrabando de tabaco; un asunto que acabó mal. En consecuencia, Ramiro se colocó en la peluquería Jovellanos de la plaza del Seis de Agosto y se doctoró en el oficio. La mili lo destinó a Oviedo, donde acabaría instalándose.

En su turno Ramiro Fernández, con fuerza, amenidad y genio, manifestó que a estas alturas de su vida sus vanidades estaban satisfechas, que sólo era un currante a punto de cumplir los setenta años. «No quiero saber nada de la crisis, y voy a ir al grano porque dentro de unos minutos juega el Barça». Dijo que deseaba vender libros porque con ello ayudaría a mucha gente necesitada. Y que Graciano García era quién lo había empujado a escribir. Se considera el último romántico de la peluquería masculina y se siente orgulloso de dar sustento a once familias. Explicó las causas que lo llevaron a ser el peluquero de la selección española de fútbol, y cómo ha vivido cuatro mundiales. El fútbol es su gran pasión y aunque procura equilibrar su querencias, su corazón es rojiblanco. Prueba de ello es que la audiencia contó con muchas personalidades del fútbol, entre ellas el presidente sportinguista, Manuel Vega-Arango y el ex presidente Juan Arango.

Cerró el acto Rafael Felgueroso, vicealcalde de Gijón, agradeciendo la presencia de Ramiro Fernández en la ciudad.