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Un colegio de Gijón obliga a sus alumnos a hacer servicios a la comunidad

El centro educativo de la Inmaculada ha instaurado para los estudiantes de bachillerato una hora semanal en la que trabajan con mayores, discapacitados o niños

El Colegio Inmaculada Concepción de Gijón, gestionado por los jesuítas, estrena este curso académico una nueva iniciativa. Una actividad por la que alumnos de bachillerato realizan determinados servicios sociales atendiendo las necesidades de mayores, niños o discapacitados. Tiene carácter obligatorio para aquellos que cursen el primer año de bachillerato y se convertirá en optativo para los que cursen el segundo, dada la cercanía de la prueba de acceso a la universidad y las exigencias de ésta para los alumnos.

El desempeño de estas actividades tiene lugar en horario de tarde y también durante los fines de semana y su resultado aparecerá en el boletín trimestral de notas de cada alumno. Se trata de una hora de trabajo semanal con la que la comunidad jesuíta quiere formar a sus alumnos en un campo mas allá de los conceptos académicos. En la iniciativa colaboran, además de los 80 alumnos que componen el curso, un total de 50 padres y profesores que les acompañan a cada una de las actividades. De los jóvenes depende el escoger el centro en el que quieren prestar colaboración de entre los doce que oferta la comunidad religiosa. Estos son: Cruz Roja, Sanatorio Marítimo, "Una ciudad para todos", SILOE (Dentro del programa "Otras capacidades"), Llugarín, Siervas de los pobres, Isabel Larrañaga, Enredando, Hogar de San José, ASISDEN, Residencia Clara Ferrer y Residencia Santa Teresa de Journet.

Pese a los temores iniciales de la comunidad educativa a que la iniciativa fuese recibida con no muy buenos ánimos por parte de los alumnos, la sorpresa ha sido agradable. Juanjo Aguilar, uno de los coordinadores del proyecto, reconoce la satisfacción por parte de casi la totalidad de los estudiantes que participan.

El Colegio es el segundo en la región en poner en marcha un proyecto de este estilo tras el San Ignacio de Oviedo que ya debutó con un plan de ayuda a colectivos desfavorecidos hace tres años, y desde hace dos también de manera obligatoria. En el centro de la misma congregación de Gijón hace también tres años que existía la posibilidad de colaborar de manera voluntaria.

En resumen, según los tutores del proyecto, un intento para conseguir "un mundo más justo".

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