La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

directo al corazón

"Me inspiro en las personas, les robo los andares, las sonrisas, los gestos..."

"Los que somos de clase proletaria tenemos la supervivencia como objetivo; fui autodestructivo, así que uno de mis sueños es vivir en paz"

El actor y presentador Alberto Rodríguez. MARCOS LEÓN

Es el hombre del momento en la televisión asturiana. Su programa "De folixa en folixa" ha logrado un éxito sin precedentes, lo que sin duda habrá mejorado la salud de la audiencia, ya que dicen que la risa es la mejor vitamina para el bienestar general. Servidora, dado el carácter ingenioso de Alberto Rodríguez, pensó en hacerle la entrevista en clave de humor, pero no hubo modo; desde el principio Alberto tomó el camino de la seriedad y no quiso saber nada de bromas. Comunicativo, creo que sincero, habla sin pausa, dice maravillas de su esposa, y el teatro le ha aportado una sólida cultura.

-Dígame ¿usted quién es?

-Nací en Mieres (1972) un 18 de julio, día del Glorioso Alzamiento Nacional. Hijo único. Me considero trabajador y constante; mantengo la idea de que el talento si no se trabaja bien no vale para nada. Soy un poco anárquico, funciono mejor en la rutina para saltármela. Conozco a mucha gente pero pocos son amigos de verdad. Estoy casado, tengo dos hijos y vivo en Gijón desde hace unos veinte años.

-¿De pequeño qué fue?

-Un trasto, un revolvín, pero buen estudiante hasta 3º de BUP. Jugué al fútbol como todos los niños, y después al baloncesto, que me encanta; es el único deporte que puedes jugar solo.

-¿Cuándo supo que lo suyo era puro teatro?

-En segundo curso, con 15 años, el gabinete de orientación ofrecía la posibilidad de hacer Arte Dramático en Madrid, lo dije en casa y mi madre me apoyó, pero no me fui. Yo ya cantaba, era teatrero; tenía instinto de comediante. Estudié en la Escuela de Arte Dramático de Gijón, antiguo ITAE, que estaba en la calle Trinidad, cuatro años y dos de talleres; el primero dirigido por Maxi Rodríguez y el segundo por Harold Zúñiga.

-¿Cómo fue su debut?

-En el Teatro del Casino de Trubia, con una obra asturiana en la que yo hacía de Nuberu. Pero antes, desde segundo, trabajé con la compañía "Nun Tris", y hacía animaciones.

-¿Ha vivido siempre del teatro?

-Del teatro y de la hostelería; son dos actividades que pueden alternarse. A medida que aumentaba mi trabajo teatral fui dejando la hostelería; en realidad la abandoné hace poco. Con 33 años aún ponía copas en la "Semana negra".

-¿Qué se le sube más a la cabeza, el éxito o el gin-tonic?

-El gin-tonic, sin duda. Bebo poquísimo, y en las actuaciones siempre me ofrecen sidra, no acaban de entender que no voy de folixa, que voy a trabajar. Estoy en la juerga, pero no soy la juerga.

-¿Qué nota se atribuye en sentido del humor?

-Un insuficiente, aunque progreso adecuadamente. Nunca he visto matrículas, sí algunos sobresalientes.

-¿Cuál ha sido su emisión estrella?

-Hice "La Marquesina" dentro del programa "Terapia de grupo", pero el que me ha dado más popularidad es "De folixa en folixa". Llevo tres temporadas con él y estoy en la cuarta. Cada una supone seis meses de grabación aunque luego lo distribuyen a lo largo de todo el año.

-¿Quién elabora los guiones?

-Los hacemos entre tres, Martina Bueno, Carlos Navarro y yo. Conseguimos mucho éxito el primer año.

-¿Qué opina de Tele 5?

-No la veo. "Sálvame" tampoco lo ve nadie; la gente miente. Como negocio Tele 5 es magnífico. Han asumido que la tele no es cultura, sino entretenimiento, y como criticar es el deporte nacional, lo ponen de manifiesto en su trabajo.

-¿Tiene algún proyecto en puertas?

-En nuestro negocio es fundamental, tenemos que seguir. Hemos ganado el premio de teatro "Jovellanos" por la obra "Juana", sobre texto de mi mujer, Marga Llano, que a su vez era la protagonista. La representamos dos veces, en Gijón y en Avilés. La mente creadora es Marga, el motor; yo soy el transformador, el que lo convierte en abstracto. Ella es más inteligente.

-¿Qué talento añadiría a su personalidad?

-El de tocar bien un instrumento musical, el piano o la guitarra.

-La memoria en teatro es imprescindible, ¿cómo es la suya?

-Muy buena, sin ella no podría hacer los monólogos que he presentado.

-¿A quién admira dentro del mundo del espectáculo?

-A Agustín González, que en paz esté. Era admirable su papel en "Las bicicletas son para el verano". A Tino Casal en su momento... Pero soy muy poco mitómano.

-Es año de elecciones, ¿un cómico como usted qué vota?

-Generalmente a la izquierda; mi padre era minero. Pero supongo que habrá de todo, por ejemplo, Pedro Ruiz y Arturo Fernández son de derechas. Jerónimo Granda me dice que no se debe dar caña a unos sí y otros no, que somos bufones y hay que darla por igual; los artistas no tenemos que estar con ningún tipo de poder.

-Cuando se detiene en un semáforo, ¿qué hace?

-Cambio de música. En casa no la escucho porque molesta a mi mujer. Y alguna vez sí, me hurgo en las narices.

-¿Qué es lo que no puede soportar?

-El provincianismo, el caciquismo. Los que se imponen por la fuerza del dinero y no son nada.

-¿Deportivamente tiene alguna frustración?

-Sí, me habría gustado ser jugador profesional de baloncesto.

-¿En qué se inspira para sus programas?

-En las personas. Les robo los andares, las sonrisas, los gestos, la voz... Y los deconstruyo de tal manera que mis personajes no resulten lógicos. Por ejemplo, la Marquesina tenía bigote. Con el distanciamiento se consigue que el público te escuche.

-¿Qué sueño le queda por realizar?

-Ver crecer a mis hijos y que salgan adelante. Los que somos de clase proletaria tenemos la supervivencia como objetivo. Fui autodestructivo, así que uno de mis sueños es vivir en paz.

Compartir el artículo

stats