Lleva 34 años al frente del Museo Evaristo Valle, trabajo que simultaneó con la dirección del Museo Antón de Candas durante 13 años. En este tiempo, Guillermo Basagoiti ha sabido dotar a ambas entidades de gran solvencia artística, apoyándose en los sólidos criterios de excelencia que le retribuyen su propia formación. Hombre serio, riguroso, es escultor, por tanto el arte es fundamental en su vida.
-¿Usted quién más es?
-Un descendiente de emigrantes a México y a Cuba. Nací en Madrid, el 2 de junio de 1944, fecha del desembarco de las tropas aliadas en Normandía, en una casa que tenía vistas al Museo del Prado. Entonces estaba prohibida la entrada a menores, pero yo lo visité por primera vez a los 14 años porque era alto y aparentaba más edad.
-¿Le gusta su trabajo?
-No tuve elección, la presidenta de la Fundación era mi madre y se impuso. Además yo vivía aquí y llevaba tiempo luchando para que se hiciera el museo. Y aquí estamos, muy entrenados para la crisis dadas nuestras limitaciones crónicas, pero manteniendo una alta dignidad. Me han ayudado mucho mi esposa, Alina Brown, y mis hijos. Mi madre pintaba muy bien y tuvo amistad con Evaristo Valle.
-¿Cuál es el mayor acontecimiento que ha vivido el museo?
-Hubo visitas muy importantes, como la del Príncipe de Asturias en 1984; tenía 15 años y era la primera vez que venía a Gijón. Luego lo hizo un par de veces más. Ese mismo año, para mi lo más grande, fue recibir la Mención de honor de "Museo del año en Europa", entre más de cien candidatos. Es una dignidad que tiene la Caixa, la Fundación March o ciudades como Burgos o Segovia. Esto motivó una exposición en la Academia de San Fernando, con fondos del museo, y otra en el Museo del Prado con 80 dibujos de Evaristo Valle. El prólogo del libro era de Javier Solana y acudieron unos 40.000 visitantes.
-¿Es posible hacer una valoración del tesoro del museo?
-No, pero en la última subasta de un cuadro de Valle salió en 60.000 euros.
-¿A usted, qué le entusiasma?
-La persona de Valle, junto al pintor. Era un hombre de una bondad increíble, que desde muy joven sufrió todo tipo de dificultades económicas.
-¿Qué se llevaría de su obra si pudiera?
-Sin duda una de sus mascaradas.
-¿Y de la escultura en general?
-Algo de los que ya no están, Javier del Río, Rubio Camín, Amador... De los vivos una pieza de Pablo Maojo, magnífico escultor dotado de una extrema generosidad.
-Si volviera a empezar...
-Haría lo mismo. Vivo rodeado de belleza en un jardín que está vivo. El violinista de jazz Stephan Grappelli, dijo que nunca había tocado en un jardín tan hermoso.
-El museo celebró grandes conciertos, ¿a usted le apasiona la música?
-Sí, aunque no estoy dotado para la interpretación. Iniciamos los conciertos con maestros de los Virtuosos de Moscú, y ahora seguimos con sus hijos. Estamos grabando clases maestras para aplicación APP. Los festivales de música los ofrecimos durarte cinco años, gracias a la ayuda del consejero de Cultura, Javier Fernández Vallina.
-Acaban de nominar al museo como bien de interés cultural...
-Es un trámite que no está cerrado y puede durar años. Corresponde a la catalogación del plan urbanístico para la protección de edificios y jardines.
-¿En qué pierde el tiempo?
-Apenas tengo. Leo, escucho música y trabajo el jardín del museo y el de casa.
-¿A qué personaje le hubiera gustado conocer?
-A los de la bohemia que frecuentó Valle en París, los perdedores como él, Modigliani, por ejemplo, un magnifico pintor y escultor que murió tuberculoso y alcoholizado.
-¿Por dónde se inclinan sus pasiones?
-Me encanta comer, la Naturaleza, las mujeres, sobre todo la mía. Mis tres hijos, mis nietos... Y observar como se desarrolla en ellos el arte. De momento, las tres nietas mayores están muy bien dotadas para el dibujo.
-¿A quién sacaría tarjeta roja?
-A los políticos en general y en particular a la Consejería de Cultura del Principado que desde hace cinco años no nos presta ayuda alguna, y siguen sin enterarse de quién es Evaristo Valle.
-¿Cómo es su sentido del humor?
-Socarrón tirando a negro.
-Aunque no es asturiano, ¿cómo vivirá las fiestas de Begoña?
-Me siento plenamente asturiano y Begoña la pasaré trabajando.
