Cuando la crisis del ladrillo se llevó por delante muchos estudios de arquitectura, el gijonés Román Corbato (1980), arquitecto por la Escuela de La Coruña, decidió abrirse nuevos horizontes en el mundo de la creación artística. Un posgrado investigador en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo le permitió adentrarse en sus inquietudes creativas y, por fin, en 2013 dio el salto al arte contemporáneo. "Desde hace un año sobrevivo con la creación artística; estoy satisfecho y agradecido a la Universidad porque fue un buen motor", detalla. Desde este ámbito trabaja los conceptos de paisaje y territorio, "un tema muy en boga que también tiene mucho que ver con la arquitectura".
A Román le gusta explorar lo que ha dado en llamar "vacíos urbanos": las ruinas y las escombreras pero también las arquitectura industrial y las playas en invierno porque, al final, "el paisaje es una construcción cultural, se hace paisaje cuando el artista pone los ojos en él", opina el gijonés. Los rincones que investiga entre Galicia -donde desarrolla su actividad académica y profesional- y Asturias, son los espacios abandonados, "la ruina posmoderna", puntualiza él. Una investigación reciente en la mariña lucense le llevó a trabajar con imágenes de hundimientos de barcos del Museo Provincial del Mar. Esas ilustraciones junto las de "esqueletos de edificios que no llegaron a construirse" conforman la instalación que se exhibe ahora, fruto de una convocatoria de residencia artística, en el Pazo San Marcos con fotografías del gijonés sumergidas en agua salada cuyo degradado da idea de los espacios incompletos sobre los que trabaja. Para desarrollar ese trabajo "visito pueblos y fábricas abandonadas; me parece muy interesante a nivel estético", indica. A la vista de la sensibilidad que, a su juicio, presentan los arquitectos hacia "la ruina y lo inacabado Román se siente atraído por "hacer algo en la zona de Aboño", un espacio que "tiene mucha entropía y energía". También le gusta la senda fluvial del Piles en el punto donde se desdibujan los límites en la zona urbana y la rural. "Los últimos proyectos casi los comparaba con un trabajo de arqueología del siglo XXI por esa búsqueda de objetos y materiales con una historia detrás", relata el gijonés.
Centrado ahora en trabajos que combinan la escultura en tres dimensiones con instalaciones con foto y vídeo, en diciembre inaugurará en la Sala Borrón su primera exposición individual en Asturias que forma parte del proyecto expositivo del programa "Culturaquí" para jóvenes artistas plásticos. Del análisis de sus dos facetas profesionales confiesa que "en arquitectura los tiempos son muy largos y tediosos y, a veces, lo que se desarrolla no es ni la mitad de lo diseñado", sin embargo, "desde el arte gestionas los tiempos sin intermediarios y con menos condicionantes", continúa Corbato, quien se apoya en las nuevas tecnologías para profundizar en el mapeado digital. Sus trabajos, detalla, incluyen poca posproducción porque le gusta el "low tech" (tecnología convencional, de bajo presupuesto), de manera que "tanto en arte como en arquitectura puedas conseguir más efectos con menos medios". Ese es el resultado que trata de lograr en su última intervención junto a otros 11 artistas dentro del proyecto "Camino. El origen", que se exhibe en Compostela. Su obra se ubica en la plaza de Platerías, lugar donde el peregrino inicia su ascenso hacia la meta, y que es lugar de reflexión al finalizar el Camino de Santiago. En ese punto Corbato presenta una instalación escultórica denominada "Umbral", hecha de acero y escombros, que representa el vínculo con el espacio donde se emplaza. "Está hecha de escombros recogidos en la propia Ciudad de la Cultura" colocados a modo de estratos para ejemplificar su exploración de la historia a través de los materiales. Y también el del vacío. Todo, para hacer de las ruinas un arte.
