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Un seguro médico en la muñeca

Una sidrería de Gijón, pionera en un sistema informático que permite conocer los datos de salud de sus empleados para su atención urgente en caso de accidente o dolencia

A la izquierda, la pulsera que permite el soporte de los registros vitales. A la derecha, Alberto Rodríguez, trabajador de la sidrería, con la chapa identificativa en la que se han grabado sus datos para su uso médico. ÁNGEL GONZÁLEZ

El desmayo de un empleado por una incorrecta administración de un medicamento ha dado a una sidrería gijonesa la oportunidad perfecta para convertirse en pionera en la utilización de un singular dispositivo de soporte de datos vitales. El negocio regentado por Javier González en Viesques es a la sazón la primera empresa española que ha dotado a sus empleados del código "Codylife", un dispositivo grabado a láser sobre acero inoxidable que viene a ser una especie de código de barras, legible con un "smartphone" a través de una aplicación gratuita que muchos teléfonos ya traen incorporada. El código QR permite a los usuarios grabar en él a través del ordenador los datos que resulten relevantes en cada caso, desde intolerancias hasta alergias o dolencias concretas, y se puede llevar en forma de pulsera, colgante o hasta llavero.

"Vimos que podía ser muy útil para nuestros trabajadores; en el caso de tener un accidente en la cocina, un resbalón... los sanitarios saben en cada caso qué tatamiento pueden aplicar sin peligro", explica González. Por eso, no dudó en ponerse en contacto con el gijonés Markos Baragaño, único distribuidor del "Codylife" en Asturias, "encantado" con haber introducido en la iniciativa privada los códigos.

Hasta ahora muchas de las ventas que lleva registradas Baragaño (unas 200) lo han sido para niños pequeños, toda vez que en los códigos también se puede almacenar información sobre números de teléfono y direcciones en caso de pérdida, así como para personas mayores con dolencias como el Alzheimer. Pero en el caso de la sidrería, "se demuestra que también es útil en los ámbitos laborales". Y por eso, la intención de Markos Baragaño es la de seguir dando a conocer los códigos "en escuelas de esquí, porque también se pueden colocar en los cascos, o en el caso de profesiones como las de los agentes de seguridad que se desplazan en moto".

La activación del dispositivo es "muy sencilla", defiende Markos Baragaño. Una vez que se adquiere el código, se introduce la clave personalizada de cada uno de ellos en la página web de la empresa que los fabrica, y en unos sencillos pasos se teclean los datos que cada uno desee: nombre, dirección, teléfono de contacto en caso de pérdida.

Un seguro extra de vida para hacer de los nuevos trabajadores de la hostelería auténticos profesionales 2.0.

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