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Sínodo de todos y para todos

Durante estos días, desde el domingo festividad de San Francisco de Asís, quienes formamos la Iglesia, seguimos con atención y gran esperanza, las noticias que nos llegan de Roma. Durante tres semanas, obispos de todo el mundo, representando a sus iglesias particulares, se reúnen con el Papa Francisco, para buscar nuevos cauces de evangelización en algo tan importante, tan nuclear para el avance de la sociedad, de la humanidad, como es la familia.

En realidad, aunque muchos no se sientan representados y encuentren en este acontecimiento un motivo para el ataque y la crítica feroz a la Iglesia, las conclusiones que saquen nos deben afectar a todos, seamos cristianos o no, pero sobre manera a quienes, con sus limitaciones (todos las tenemos), confían en la voz de la jerarquía eclesiástica.

Algunos en estos días han dejado sentir su descontento porque varones no casados opinen del matrimonio, sin embargo, si hubieran seguido un poco más de cerca el desarrollo del Sínodo, sabrían que no se han encerrado allí sin más, a hablar de lo que desconocen, sino que han preguntado al Pueblo de Dios, a la Iglesia formada por sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, también al episcopado, lo que piensan de temas fundamentales desde el punto de vista no sólo de la moral católica, sino desde la ética y la antropología más humanista.

Lo que está claro es la intención de buscar lo mejor para el avance de una sociedad más humana, en la que se proteja la vida desde el primer momento de su desarrollo hasta el final; en la que el matrimonio no sea sólo juntarse y a ver "cuánto duramos", sino comunión de vida y apertura a la vida. Una vida que no es fácil, con el contexto sociológico, económico y cultural que nos presenta a veces una realidad poco esperanzadora, pero que hay que vivir sin engaños, llamando a las cosas por su nombre. El proyecto de Dios es claro, y el matrimonio es y seguirá siendo entre un hombre y una mujer. Eso sí, no esperemos juicios de este encuentro, lo ha dicho una y mil veces el Papa Francisco, si algo puede encontrar quien se acerque a la Iglesia será la acogida misericordiosa, la escucha, el apoyo buscando siempre lo mejor para la persona, pero sin olvidar los valores fundamentales del cristianismo.

Para tranquilidad de los que echan en falta la participación del Espíritu Santo, quédense tranquilos, que está siempre y así lo han invocado desde el primer momento los Padres sinodales, porque saben mejor que nadie que sin Él los hombres avanzados más bien poco.

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