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Por la honradez de Manuel Azaña

Ernesto Burgos destaca que el político republicano "fue uno de los hombres más íntegros que hubo en España en el siglo XX"

Por la izquierda, Prendes, Burgos y Fernández. ÁNGEL GONZÁLEZ

"Manuel Azaña fue uno de los hombres más íntegros que hubo en España en el siglo XX". Así definió anoche al que fuera Presidente de la Segunda República el historiador Ernesto Burgos, en el transcurso de una mesa redonda que se celebró en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón y que se tituló "Azaña, emigrado y perseguido".

Además de Ernesto Burgos participaron en el acto Miguel Ángel Fernández, vicepresidente de Ateneo Republicano de Asturias (ARA) y su anterior presidente, el abogado gijonés Francisco Prendes Quirós. "Hablamos de hechos, que es la historia, no de opiniones", señaló Miguel Ángel Fernández antes de dar paso a Ernesto Burgos, que fue el encargado de desmontar la "leyenda negra" que pesa sobre la figura personal y política de Manuel Azaña desde los tiempos de la Segunda República y la Guerra Civil.

Manuel Azaña Díaz (Alcalá de Henares, 1880-Montauban, Francia, 1940) fue presidente de la Segunda República española entre 1936 y 1939 y con anterioridad presidente del Gobierno provisional de la República en 1931, además de uno de los políticos y oradores más notables de la política española en la primera mitad del siglo XX.

En este sentido, Ernesto Bugos, citando sus recuerdos de cuando fue militante de Izquierda Republicana (hasta el año 2000), destacó de Manuel Azaña que "fue una persona recta, una bandera andante de la soberanía popular" que se vió obligado a llevar a cabo, en muy poco tiempo, unas profundas reformas en España.

Subrayó Ernesto Burgos que Azaña fue masón, pero "para acordar con Lerroux" y respecto a su fama de homosexual afirmó que fue una fama que le atribuyeron "desde los cuarteles", dado que fue Azaña quien llevó a cabo una gran reforma en el Ejército, jubilando a miles de oficiales y suprimiendo, por ejemplo, las capitanías generales y la Academia General Militar de Zaragoza, ya que Azaña dudaba de la eficacia del tipo de instrucción impartido en ella y también creía que su coste era excesivo en un momento en el que se pretendía disminuir el gasto militar.

Por su parte, Francisco Prendes Quirós fue rotundo al afirmar que "el buen nombre de Azaña está manchado por Franco, el clero y sus descendientes", para pasar, a continuación, a opinar que la España de hoy "es un reino bananero gobernado por un grupo de bandidos", en contraposición a la honradez de Manuel Azaña Díaz.

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