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Por la izquierda, Pedro de Silva, Ovidio Rozada y Manuel Monereo, ayer.MARCOS LEÓN

De Silva y Monereo ven en Jovellanos el modelo trágico del reformismo español

El expresidente del Principado y el politólogo afirman que la España actual plantea desafíos similares a los que afrontó el ilustrado

A Jovellanos, la figura posiblemente que mejor resume junto con Goya la desgarradura de la frustrada Ilustración española, hace tiempo que lo reivindican la derecha, el centro y la izquierda. El escritor Pedro de Silva, expresidente socialista del Principado, y el politólogo Manuel Monereo, militante de IU y considerado por el propio Pablo Iglesias como uno de los "precursores" de Podemos, pusieron ayer al ilustrado gijonés como uno de los ejemplos más acabados de la tragedia que ha vivido el reformismo español a lo largo de los últimos dos siglos por la resistencia de los poderes tradicionales.

"El creía en la monarquía pero participa en la elaboración de la Constitución de Cádiz", recordó De Silva, que advirtió del peligro de incurrir en anacronismo cuando se trata de poner a Jovellanos una etiqueta como la de "demócrata". "Quería cambiar la sociedad en el marco de la sociedad existente", resumió Monereo, para quien tanto Jovellanos como Goya (lúcido retratista de su amigo) encarnan como pocos "la tragedia de la relación de España con la modernidad". "Lucha por su patria sin saber muy bien si esa es la patria que él quiere", añadió, en referencia a su toma de posición tras la invasión peninsular de los ejércitos de Napoleón.

De Silva, columnista también de LA NUEVA ESPAÑA, y Monereo -hoy presentará en Gijón su libro "(Des)unidos"- participaron ayer en un muy concurrido debate, colmado el salón de actos del Antiguo Instituto, organizado por la Sociedad Cultural Gijonesa. Dos contertulios situados ideológicamente en la izquierda, con posiciones distintas, que no tuvieron inconveniente en entrar en la harina de la actualidad política española. Las alargadas luces de Jovellanos, intelectual complejo que vivió asimismo una época de crisis y cambio, llegan a nuestros días. "Hoy, como en la época de Jovellanos, en la de Costa o en la de Azaña, estamos ante el mismo desafío: posibilidad de reforma o involución", dijo Monereo.

De Silva, para quien Jovino "trató de conciliar las distintas Españas", fijó incluso opinión política, recordando al Jovellanos que debatió en las Cortes de Cádiz: "La constitución de 1978 presenta signos de agotamiento, lo importante ahora es que se afronte un proceso de reforma; la cuestión está en abrir el melón para volver a legimitar las instituciones". Y añadió: "Esto se parece a lo que pensaba Jovellanos ante las Cortes de Cádiz".

Para Monereo, Jovellanos es un "clásico". Lo retrató como un "conservador reformista" que responde también a la figura del "estadista" que surge con el despotismo ilustrado y la posterior quiebra del Antiguo Régimen con la Revolución Francesa. De Silva intentó una descripción alejada del "plano" político derecha-centro-izquierda, coordenadas en las que se quiere atrapar una figura que las supera: "Su gran obra fue él mismo, la construcción arriesgada de su persona; ha hecho un formidable personaje histórico".

La Sociedad Cultural Gijonesa tiró del recurso escenográfico (escaleras, flexos, libros y contertulios arrellanados en sus sillones con copa de licor) para este debate. "Lo que más caracteriza su planteamiento es que la economía ha de estar al servicio de las personas, para eso quiere hacer de la instrucción una fuente de riqueza", resumió De Silva. Para Monereo, hay un deseo que vertebra todas las facetas de Jovellanos: "la felicidad de la nación". ¿Entonces? "El problema de España es que sus clases dirigentes no se dejan reformar", indicó.

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