La mayoría de edad del ciclo cinematográfico "Peor? ¡Imposible!" -el peculiar festival de cine "malo" que cumple dieciocho ediciones- se celebra con un homenaje a las peores películas de acción de la historia, algunas de las cuales se proyectan desde ayer en el Centro de Cultura Antiguo Instituto. El certamen, dirigido por Jesús Parrado, también ofrece al público la posibilidad de asistir a mesas redondas.

Ayer, entre pase y pase, Jesús Palacios, escritor y crítico de cine, Ángel de la Calle, dibujante y organizador de la "Semana negra" y Luis Miguel Piñera, historiador y director del club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, se sentaron para hablar de los antiguos cines de reestreno, salas de barrio que ofrecían producciones que ya habían visto la luz por un precio más económico, con programas dobles y, muchas veces, en sesión continua.

Luis Miguel Piñera hizo un poco de historia y, ante una sala llena de gente, hiló una lista de nombres de cines gijoneses, que con los años han ido cerrando y desembocado en el monopolio de las actuales salas de La Calzada, únicas en la ciudad. El cine Campos Elíseos, el María Cristina, el Ideal, el Gijón Cinema... "En los años 60 había más de quince opciones para ir al cine", explicó el historiador, que añadió: "En décadas anteriores, las películas se proyectaban en lugares polivalentes, como el salón Luminoso de la calle Corrida, que era una carpa, o el salón Novedades, en Somió, incluso en La Pondala se ponían filmes en los años treinta. La primera sesión de cine sordo fue a finales del siglo XIX en el antiguo teatro Jovellanos, y el teatro Robledo de la calle Corrida acogió el primer programa doble de la ciudad."

Las salas de cine gijonesas, que fueron muchas veces construidas por notables arquitectos, como los hermanos del Busto, guardan gran parte de los recuerdos de la infancia de los asturianos, como daba ayer testimonio Ángel de la Calle. "Cuántas veces me habrá sacado mi padre a rastras del cine Roma", señaló el dibujante, entre risas, que acudía a la sesión infantil de los domingos a las tres de la tarde. "Si tenías algún amigo en el Codema podías ir a ver allí las películas, y en la Inmaculada también", añadió el salmantino. "Ya no se va al cine igual. Lo de hoy es contar historias con imágenes, que es muy diferente a la cultura que había antes, y que es parte de nuestra educación sentimental", agregó De la Calle. Una intenso repaso teñido de añoranza que deja entre el público peticiones como la vuelta del cine francés, que antes abundaba en las carteleras.