Entró en el escenario, saludó, se sentó al piano y, sin más, empezó a cantar "a capella" el primer tema de la veintena que tenía programada. Rufus Wainwright impresionó desde el minuto uno al millar de personas -frisando los cincuenta una parte importante del público- que se dieron cita en el teatro de la Laboral para escuchar a este fenómeno de la música que se mueve con virtuosismo entre el pop y la ópera. Sólo era el inicio del concierto y ya todos estaban inmersos en el universo Rufus. El cantante y compositor neoyorquino, aunque criado en Montreal, se mostró comunicativo y cercano. Bromeó al asegurarse contento por estar "oficialmente en España" -sus dos anteriores conciertos fueron en Barcelona-, contó anécdotas de la gira y se mostró impresionado con la Laboral. Un espacio que le provocaba tanta belleza como miedo.

Con el paso de los minutos cedió el protagonismo del piano a la guitarra para ir desgranando un repertorio que había empezado con temas como "Candles", "Art teacher" o "Matinee idol". A la guitarra llegó con "Out of the game" y como aperitivo de un futuro disco tocó "Only the people that love". Pero aún quedaba mucho Rufus que degustar. A mitad de concierto exhibió los temas de su disco con textos de Shakespeare y el "Feux" de su primera incursión en la ópera llegó con dedicatoria a la soprano Victoria de los Ángeles, de la que se confesó admirador.

Nada es ajeno a la capacidad de crear música del hijo de los cantantes folk Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle y hermano de la también cantante Martha Wainwright. Ni los textos de Shakespeare, ni las letras de Judy Garland, ni las piezas de los clásicos. Aunque tampoco le ha hecho ascos en su carrera a colaborar con estrellas pop como Elton John, Boy Geroge o Robbie Williams.

El final de la cita gijonesa se aproximaba y Rufus se encargó de elevar la emoción un poco más. "Cigarettes and chocolate milk" fue reconocida por el público desde el minuto uno. Un público al que Wainwrigt confesó que no iba a tocar otro de sus grandes temas, "Hallelujah", hasta ver la derrota de Donald Trump en su carrera hacia las elecciones de los Estados Unidos. Dos tandas de bises y la despedida de unos espectadores puestos en pie en honor de Rufus. Wainwright también se llevó la gloria en Gijón.