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María Antonieta Laviada, en su estudio.

MARÍA ANTONIETA LAVIADA | Pintora, expone en el café El Güitu, de Somió

"Mi obsesión es el paisaje; me siento continuadora de la escuela paisajística"

"El dibujo es fundamental para pintar; mi tío, el pintor César Pola, me decía que pintara cada cosa que tuviera delante"

Todavía está vigente la exposición con obra de María Antonieta Laviada en el mítico café bar "El Güitu", de Somió, muy cerca de la iglesia de San Julián de Somió. Visito el estudio de la pintora, en la calle Doctor Aquilino Hurlé. Está lleno de cuadros, algunos colgados en las paredes y otros apoyados sobre el suelo. Dispone de dos ventanas, una orientada al este y otra al oeste; la primera con el caballete para pintar y la segunda con mesa redonda. Allí nos sentamos para la entrevista.

-¿Cómo fue el montar la exposición en un café de Somió?

-El dueño, Pepe Sánchez, había mostrado obra de su propiedad de Alejandro Mieres. Y en una de mis visitas a la muestra me propuso exponer en la sala del primer piso durante las Navidades.

-¿Funcionó bien?

-Fue un éxito. Acudió mucha gente a la inauguración, entre ellos Rubén Suárez. Y durante los días navideños, el buen tiempo también ayudó.

-Me sorprendió ver en "El Güitu" aquella decena de pequeños cuadros, de 5x7,5 centímetros, al óleo sobre tabla, puestos en caballetes igualmente mínimos.

-Son un divertimento. Están pintados igual que otros de mayor tamaño, a base de pinceles muy finos y pinceladas adecuadas a ese tamaño.

-Y el retrato escultórico que muestra en su estudio, ¿quién se lo hizo? Tiene por detrás un cuadro sobre el puerto de El Musel, uno de los que figuraba en su exposición de Cajastur, en 2005.

-Esa escultura es obra de Jesús Moreta, profesor en el Bachillerato de Artes de la Universidad Laboral. Pesa poco. Su material es resina de poliéster con fibra de vidrio.

-Visto lo de "El Güitu" y el retrato, empecemos por el principio. Usted firma MALaviada y por eso supongo que le gusta que le llamen María Antonieta y no Antonieta. ¿Le pusieron ese nombre en recuerdo de la reina de Francia guillotinada durante la Revolución Francesa, nueve meses después de que lo fuera su marido, el rey Luis XVI?

-No. Es todo más sencillo. Hay tres mujeres con ese nombre en la familia, La primera, mi madre, que nació un 13 de junio, día de san Antonio de Padua. Usted bien sabe que antaño se ponían nombres del santo del día a los bebés.

-¿Cómo surgió a qué edad la vocación de pintar?

-Nació conmigo. Desde muy pequeña dibujaba todo lo que tenía delante. No era mala estudiante, pero las únicas matrículas de honor que saqué en el colegio del Santo Ángel fueron de dibujo artístico.

-¿Cómo fue su formación como pintora?

-Hice mi primera exposición siendo una cría en el Ateneo Jovellanos, en septiembre de 1971. Acudió a verla mi tío, el pintor ovetense César González Pola y se quedó sorprendido. Me dijo: "Tú tienes madera, vente conmigo". Así que yo iba los fines de semana a pintar del natural por los alrededores de Oviedo, como Las Caldas y Latores, con otros alumnos y alumnas que él tenía. Yo ponía mi caballete junto al suyo y observaba sus movimientos de mano-paleta y observaba cómo iba resolviendo cada obra. Mi tío César trabajaba como delineante en el Ayuntamiento de Oviedo. Fue él quien diseñó el escudo de la ciudad, tomando como base la Cruz de los Ángeles que el rey Alfonso II regaló a la catedral de Oviedo. Pero tenía once hijos y se dedicaba a hacer retratos en su estudio de la calle Doctor Casal y a dar clases particulares de pintura, además de vender cuadros en sus exposiciones. También y durante una temporada, al salir por la tarde del colegio Santo Ángel, iba vestida de uniforme a dibujar al carboncillo en la Agrupación Gijonesa de Bellas Artes, que tenía su sede en el Antiguo Instituto Jovellanos.

-Cuente algún encargo que le hicieron o premio que haya recibido.

-Recuerdo que en el año 1998 la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gijón me encargó el cartel de la 42º Feria Internacional de Muestras de Asturias. Y más recientemente, en el mes de julio de 2009, recibí el primer premio "Memorial Carlos de Haës" por la obra "Montaña nevada. Picos", premio convocado por el Parque Nacional de los Picos de Europa, que comprende Asturias, Cantabria y León.

-¿Qué materiales utiliza?

-Como ha podido ver, pinto al óleo, casi siempre sobre tabla y algunas veces sobre papel. Utilizo pinceles y espátulas, éstas últimas cuando se trata de arboledas y rocas, como en el cuadro de Deva, camino de la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Francia.

-¿Se sientes más a gusto con el dibujo o con la pintura?

-El dibujo es fundamental para pintar. Mi tío César Pola me decía que pintara todo lo que viera, cualquier cosa que tuviera por delante, fuera un jarrón o una manzana. El dibujo sirve para tomar apuntes rápidos. Pero la pintura es mucho más emocionante.

-¿Cómo define su pintura?

-Mi obsesión es el paisaje. Ya ves que no aparecen figuras humanas en mis cuadros, porque los humanos están contemplando los paisajes. Me siento continuadora de la escuela paisajística asturiana que fundó, digámoslo así, el pintor Carlos de Haës, profesor de la cátedra de paisaje en el Escuela de Bellas Artes de San Fernando, durante el último cuarto del siglo XIX, todavía tocado de cierto aire romántico. César González Pola, Francisco Casariego, Eugenio Tamaño, Paulino Vicente, incluso Martínez Abades, aunque esta última mención entraña palabras mayores.

Terminamos la conversación comentando alguno de los textos que sobre la pintura de Laviada ha escrito Rubén Suárez, donde dice que transmite una quietud esencial, congelada, un estatismo de energía contenida en la formación y rompimiento de las olas de sus marinas. Alaba igualmente las pinturas de barcos, muy precisas en las formas y en la aplicación de los colores, alternando azules y ocres.

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