La Gran Cruz de La Orden de Shametrei en la categoría de cooperación fraterna, una de las máximas distinciones de Camboya a un extranjero, otorgada al jesuita gijonés Kike Figaredo, prefecto apostólico de Battambang, llega en un momento en el que el gran equipo solidario que lidera el asturiano ha visto nacer otro de sus proyectos: un centro para mujeres camboyanas que han sufrido violencia de género o han sido víctimas de tráfico de personas.

Este lugar, fundado por Cáritas, entidad que preside Kike Figaredo en Camboya, ya cuenta con 50 beneficiarias, madres jóvenes y solteras en la mayoría de los casos. Allí aprenden oficios como la costura, agricultura o artesanía y cocina.

Algo que entronca con otra de las iniciativas que está impulsando ahora Kike Figaredo en Camboya: las pequeñas empresas sociales. "Queremos que estas mujeres puedan encontrar trabajo en este tipo de iniciativas", cuenta Monseñor Figaredo.

De este modo, ya cuentan con pequeñas tiendas, un centro de producción textil con la ayuda de Manos Unidas y un restaurante, "The lonely tree Café", situado en Battambang. Precisamente en este local, Kike Figaredo cocinó recientemente una fabada para, en una fiesta de la solidaridad a la asturiana, despedir a tres voluntarios que regresaban a España. Porque, si es acompañada por gastronomía asturiana, la labor solidaria sabe aún mejor. Así, algunos camboyanos ya conocen el plato estrella asturiano gracias al prefecto de Battambang.

Sin olvidarse de las personas con discapacidad

Pero, más allá de nuevas iniciativas, el jesuita gijonés Kike Figaredo no se olvida de uno de los colectivos más desfavorecidos que siempre ha centrado la atención de su labor en Camboya: las personas con discapacidad.

Si, ya de por sí, en muchas zonas del país asiático la vida es una tarea ardua, todavía lo es más para niños y adultos que han sufrido mutilaciones o tienen algún tipo de discapacidad física o psíquica. Un ejemplo es el caso de Paña, un niño con una salud muy frágil. "Tiene una discapacidad muy fuerte de piernas y brazos, pero va al cole con los demás. Es un gran chaval", cuenta Kike Figaredo, quien posa, siempre con una sonrisa, junto a Paña, al que ayuda para que se dé un chapuzón.

Gestos y más gestos que suma el sacerdote asturiano para haber sido merecedor de tan alta distinción por parte de Camboya.