Al filo del mediodía la expectación era ya patente en el barrio de Cimavilla de Gijón. Centenares de personas, ramo en mano, abarrotaban la Plazoleta de Jovellanos y la calle los Remedios, esperando la salida del párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, al pórtico de la Capilla de los Remedios.

Con afianzada puntualidad, a las 12.15 horas, asomó por el pórtico la imagen del Santo Niño del Remedio, bañándose con los vigorosos rayos de sol que la mañana regaló a Gijón, como si de connivencia divina se tratase. Se da la circunstancia de que la presencia de la imagen del Niño fue la novedad más relevante de este año en el Domingo de Ramos gijonés, impulsada por Gómez Cuesta.

Precisamente, el párroco de San Pedro fue el encargado de ofrecer una breve homilía para, a posteriori, proceder a bendecir la multitud de ramos y palmas que portaba el numeroso público presente, la gran mayoría en manos de jóvenes que comenzaban a impacientarse por la espera al sol.

Finalizado el acto, dio comienzo la tradicional procesión del Paso de la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, conocida popularmente como "La Borriquilla", aclamada por los más pequeños a su paso, desde la citada capilla hasta la Iglesia de San Pedro, todo vigilado por un despliegue policial como nunca antes se había visto en la ciudad para un acto de estas características.

Flanqueando el paso, iba la imagen del Santo Niño del Remedio, portado por jóvenes de la catequesis de la Iglesia, vestidos con túnicas de poderoso color rojo. Los niños, además, acompañaron la procesión entonando "canciones que aprendimos en catecismo", y que "llevamos desde el jueves ensayando", como aseveró Adrián Muñiz, uno de los jóvenes nuevos cofrades gijoneses.

A ambos lados de la procesión, los más pequeños de las casas blandían sus palmas, como Sheila Vega, de 4 años, que portaba "ramo y palma" que posteriormente entregó a sus padrinos a cambio de "un bollo de chocolate, chucherías y algún regalo más".

Metros más abajo se encontraba Miguel Rivera, de 8 años, acompañado de su numerosa familia para "bendecir el ramo y después ir todos juntos a comer", aseguró. "Ya llevamos muchos años viniendo", relató; "lo que más me gusta es "La Borriquilla" y cuando pasa el cura bendiciendo, que me mojó mucho", añadió.

La procesión finalizó a las puertas de la Iglesia de San Pedro, donde se encontraban los hermanos Mateo y Jimena Polledo, de 8 y 10 años respectivamente, quienes explicaron que "todos los años estrenamos alguna prenda", como es tradición.