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La conmoción del asesinato de Rambal

Los vecinos de Cimadevilla tuvieron muy claro que el agresor fue un "pexón"

Alberto Arias Blanco, el popular "Rambal".

El asesinato de Alberto Alonso Blanco, "Rambal", conmocionó a la ciudad el 19 de abril de 1976. El popular personaje de Cimadevilla tomó su última copa en el bar Habana y luego retornó a su humilde casa -en el segundo piso del número cuatro del Campo de las Monjas, frente a la antigua Fábrica de Tabacos- caminando por las calles del Rosario y de la Vicaria mientras guardaba silencio cabizbajo ante la airada riña de un joven que le acompañaba. No era, desde luego, alguien controlado por los vecinos del barrio de Cimadevilla. Sin embargo, la impresión que dieron a quienes les vieron es que ellos se conocían con anterioridad. Luego pasó lo que pasó, sin que nunca se haya logrado saber la verdad. Después de las dos de la madrugada, un joven llegó corriendo muy nervioso a la popular churrería del Muro, en la esquina con la calle de Eladio Carreño -que era algo así como el "after hours" más famoso de aquellos tiempos-, abalanzándose hacia el teléfono público, ya que en aquellos tiempos no había móviles, claro. Alguien que estaba allí lo reconoció porque también era de Avilés y le oyó decir: "Papá, he hecho una barbaridad. Manda un coche a buscarme a la churrería del Muro de Gijón". Una hora después, allí llegó un coche con chófer, a cuyo asiento trasero se subió rápidamente el joven y desapareció en la noche?

Un panorama macabro tras el asesinato. A las dos y media de la madrugada, una vecina llamó al cuartel de los bomberos alertando de que había un incendio en el número cuatro del campo de Las Monjas, lo que motivó que inmediatamente interviniesen apagando el fuego con agua y borrando las huellas dejadas por el asesino. El cuerpo de Alberto Alonso Blanco apareció solamente con ropa interior sobre su cama, en postura de decúbito supino. Según declaró el médico forense Carlos Montero -quien ya formaba parte del círculo de la Democracia Socialista Asturiana (DSA) creado por Pedro de Silva- el que mató a Rambal había colocado el cadáver sobre ropa para hacer una pira y quemarlo, pero los bomberos llegaron antes. Sus piernas ya estaban calcinadas y un corte de arma blanca le había seccionado la faringe. En su tórax y en sus manos también había heridas, lo que demuestra que trató de repeler la agresión y pidió socorro, pero a aquellas horas nadie acudió en su auxilio. El panorama era macabro. Quien dejó un testimonio histórico de ello fue el jefe de la Policía Municipal, Isidoro Cortina Frade quien al mediodía siguiente me enseñó en el antedespacho de la Alcaldía unas fotografías sobrecogedoras.

El Gobierno Civil paralizó las pesquisas policiales. Aunque inicialmente, los agentes de la Brigada de Investigación Criminal centraron su investigación en algunos delincuentes habituales, poco después recibieron la orden del Gobierno Civil de paralizar sus pesquisas y que se dedicasen a controlar los preparativos del Primero de Mayo.

La parroquia de San Pedro se abarrotó en el funeral que fue oficiado por Bonifacio Sánchez quien elogio la bondad humana del popular finado. La inscripción en una de las coronas mortuorias lo resumió todo muy bien: "Cimadevilla pide justicia". Pero aunque nunca se quiso aclarar el crimen, la sabiduría popular lo tenía muy claro: "El asesino fue un pexón".

La primera manifestación autorizada en toda Asturias se celebró en Gijón. La víspera de la festividad de San Juan, las hogueras reivindicativas se encendieron en las calles de Gijón y con el permiso de la autoridad competente -el discreto gobernador civil, el mallorquín Victorino Anguera Sansó- se celebró la primera manifestación autorizada, bajo el lema de la solicitud del Estatuto de Autonomía para Asturias y el bable a las escuelas. La primera línea de la manifestación portando la pancarta fue ocupada por políticos, sindicalistas y algunos cantautores. Unas cinco mil personas participaron en aquella primera manifestación que partió del paseo de Begoña, bajó por la calle de Acisclo Fernández Vallín, recorrió las calles de Corrida, Trinidad y San Bernardo, hasta que finalizó en la plaza Mayor con la lectura de un escrito. Después se disolvió pacíficamente sin problema alguno y algunos de los participantes fuimos a celebrarlo a la casa que al lado de la plaza de toros del Bibio tenía Xuan Xosé Sánchez Vicente, que se encontraba inmensamente feliz por el éxito de la convocatoria popular a la que ningún político todavía en la clandestinidad quiso que le pusieran falta. Aunque, años más tarde, como ha quedado bien claro, de todo aquello se olvidaron cuando llegaron al poder. Ya se sabe que al cocer todo mengua.

Juan Cueto Alas, pregonero del Día de la Cul tura. En aquel V Día de la Cultura en la carbayera de Los Maizales, Juan Cueto Alas pronunció un vibrante pregón en el que "la cultura se ha hecho política durante los últimos años por deseo del poder. El nacimiento de esta fiesta ha de entenderse como una contestación a la cultura oficial asturiana. Se trata de ofrecer una alternativa democrática y popular al mito de la cultura popular derechista. Nuestras tradiciones, nuestras canciones, nuestro folklore, nuestro arte, nuestra historia han sido alevosamente secuestrados por los nefastos representantes del derechismo y vaciados de sus ricos contenidos populares. En esta siniestra operación descontextualizadora hay muchos culpables: en primer lugar una Universidad, la de Oviedo, que durante años ha permanecido ensimismada, enclaustrada, mirándose el ombligo narcisistamente y ajena por completo al acontecer del entorno".

Tras reivindicar Juan Cueto la legalización de todos los partidos políticos sin exclusión, la amnistía total y un auténtico Estatuto de Autonomía para Asturias, la fiesta continuó con las actuaciones musicales de "Camaretá" y de Avelino y Carlos Rubiera, en representación del "Nuevu Canciu Astur". El espectáculo se completó después con el cantaor Manolo Gerena, Ovidi Montllor, Fernando Unsaín, Luis Pastor, Rosa León, Bibiano y Benedito, así como también Ana Belén y Víctor Manuel. No faltaron para dar ambiente banderas republicanas, comunistas, troskistas, anarquistas, además de las asturianas, leonesas, vascas, gallegas y catalanas. Todo un paisaje sonoro y cromático multicolor.

La reaparición del PSOE en Gijón con Felipe González. Unos días después, el 16 de agosto de 1976, un millar de personas asistieron en el Pabellón de los Deportes del barrio de La Arena, a la reaparición pública del PSOE con la presencia de Felipe González, aclamado por los asistentes. Tras las intervenciones de Jesús Sanjurjo, Luzdivina García y Francisco Villaverde, Felipe González aseguró que "el PSOE siempre ha luchado por la libertad de todos, sin exclusiones, por lo que nuestra meta es la toma del poder por la clase trabajadora para la transformación de la propiedad de los medios de producción y la construcción de una sociedad socialista, sin clases?Somos un partido de masas, sin vanguardias, ni elitismo. Marxista, pero el marxismo no es un dogma ni una religión, sino una metodología para construir la sociedad socialista". Felipe González finalizó su mitin gritando que "Asturias será socialista o no será nada".

Pues eso. Así pasó y así se escribió la historia.

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