No cabe duda que Miguel Poveda, que fue niño prodigio y ahora se situa a la altura de los grandes, domina los principales palos del flamenco. Lo puso de manifiesto anoche sobre el escenario de la Laboral, donde acometió con idéntica maestría malagueñas que bulerías, tientos que tangos, fandangos...

Con el teatro abarrotado de público, el artista se hizo acompañar de inicio de un cuadro flamenco abase de guitarra, dos palmeros y un set de percusión. Sus primeras palabras fueron una declaración de intenciones: "Vengo con todas las ganas del mundo para que esta noche llenemos este teatro de emociones", dijo, antes de acometer un recorrido vital vinculado a una música del alma que le llevó al flamenco, la canción andaluza y la poesía.

Poveda es una de las voces más interesantes y originales que ha dado el género del flamenco en los últimos años. De ello dio muestras una vez más en Gijón un artista que ha sido Premio Nacional de Música en 2007, Premio Nacional de Cultura 2011 en Cataluña, Premio de la Cátedra de Flamencología de Jerez, Medalla de Andalucía en el 2012 e hijo adoptivo de Sevilla .

Hubo en el recital memoria de algún tema de Lole y Manuel, e incluso un soneto de Lorca que resultó muy aplaudido por el auditorio, parte de su última producción, "Sonetos y poemas para la libertad". Los aplausos se multiplicaron cuando el cantante, barcelonés de nacimiento, salió por bulerías con una breve estrofa en catalán, con alguna alusión previa por su parte al espinoso tema de la independencia. Rompió Poveda una lanza por el respeto y la convivencia.

Y por unos y otros palos discurrió un actuación que duró prácticamente dos horas, que fue despedida por el público en pie y que culminó, como regalo, con una versión del "Asturias" de Víctor Manuel.