No se conoce realmente una ciudad hasta que no se ha visto desde el aire. El plano cenital ofrece multitud de matices que el mundano día a día, a pie de calle, no permite percibir. El entramado urbano, la arquitectura, los monumentos o los paisajes naturales adquieren un cariz distinto desde las alturas, a vista de pájaro, montado en un globo aerostático a doscientos metros de altura.

Una perspectiva que disfrutaron ayer los pilotos y tripulantes de casi una treintena de aerostatos que sobrevolaron la ciudad en la primera jornada de la regata "Gijón desde el aire", en la que el tiempo permitió a los globos alzar el vuelo tras el fiasco del jueves.

"Es algo muy especial, es difícil de describir si no se prueba", aseguró María Jesús Santervás, sobrevolando el centro de la ciudad, rumbo al parque de Los Pericones, primer punto de control de la prueba; "es una forma muy distinta de ver las cosas más cotidianas, descubres detalles que ni siquiera te imaginas".

A los mandos de la nave, la única piloto de Asturias y una de las pocas de España. Lucía Iglesias pertenece a una familia con gran tradición globera, por lo que la afición le viene prácticamente impuesta. "Era muy necesario recuperar un evento como éste", explica Iglesias, "Gijón es una ciudad con gran tradición globera que no se debería perder". Y es que la villa de Jovellanos es una ciudad muy apreciada por los aficionados a los aerostatos. "Todos los pilotos de fuera, incluso del extranjero, repiten", analiza, "vienen encantados porque Gijón es una ciudad muy bonita para volar".

Razones no le faltan. La playa de San Lorenzo, las callejuelas de Cimavilla, el "Elogio del Horizonte" o el cerro de Santa Catalina son sólo el inicio. Hacia el interior, el elegante tejido urbano del centro tiene su continuación en el ensanche que supone La Arena, perfectamente diversificado desde la plazuela de San Miguel. El estadio de El Molinón, la plaza de toros de El Bibio y la Universidad Laboral adquieren toda su magnificencia desde las alturas. Los prados de la zona rural quedan enmarcados con las montañas, a sus espaldas. "Yo he volado en toda España y, sin duda, como Asturias no hay nada", sentencia Iglesias mientras piensa ya en las condiciones meteorológicas para poder volver a volar al día siguiente.