Las más de dos horas de búsqueda por cada uno de los recovecos de la Campa Torre no sirvieron para dar con el paradero de María Josefa Carnerero, la vecina de Contrueces desaparecida desde el pasado 7 de julio. Su familia, que pidió ayuda hace unos días a Protección Civil para organizar varias batidas populares que sirviesen de apoyo a las labores de la Policía Nacional, reconoció ayer que ya intuía que la afectada no iba a aparecer en una zona tan alejada de su barrio y se mostró más ilusionada con las otras dos batidas programadas, que recorrerán, todavía sin fecha prevista, la fábrica de Rubiera y el parque fluvial de Roces y La Camocha.

Lo que sí sorprendió ayer a Jeni Álvarez, hija de la desaparecida, fue la buena acogida de la convocatoria, que reunió a alrededor de una treintena de personas y a 16 efectivos de Protección Civil. "Sabía que vendrían muchos familiares y amigos, pero he visto también a gente que no conozco y que, según dijeron, se enteraron de lo de mi madre por internet", explicó. "Consuela saber que, al menos, nadie se ha olvidado todavía de que mi madre sigue sin aparecer. Sé de casos de gente que desaparece y cuando transcurren los meses todos pasan a otro tema y lo dan por perdido. No quiero que ocurra eso, tengo que encontrarla", añadió la joven.

La cita empezó con puntualidad a primera hora de la tarde. El grupo de Protección Civil, acompañados también por una patrulla de la Policía Nacional, explicó a los voluntarios que lo mejor sería dividirse y recorrer la parte superior e inferior de los acantilados por parejas o grupos reducidos. La única orden era que, en caso de hallar algo mínimamente sospechoso, los vecinos debían llamar de inmediato a los responsables y no tocar absolutamente nada. Tras casi dos horas búsqueda, un helicóptero del 112 peinó también la Campa Torre pegándose todo lo posible a las rocas y recorrió después la zona en las que se desarrollarán próximamente las otras dos batidas. La tarde, no obstante, se saldó sin nuevas noticias. "No teníamos esperanzas porque yo ya vine aquí por mi cuenta el mismo día en que desapareció y porque tampoco creo que mi madre pudiese caminar tanto. Al menos nos quitamos una zona de encima; toca seguir buscando", razonó Álvarez, que sólo se alertó ayer cuando, ya a punto de terminar la batida, uno de los buscadores avistó a lo lejos un bulto azul -como los leggings de imitación a la tela vaquera que llevaba la desaparecida-, pero que finalmente resultó ser un trozo de plástico.

Hoy se cumplen dos semanas desde que Carnerero se marchó de casa. La mujer tiene 45 años y sufrió serios problemas de salud hace algo más de un mes.