"Hoy llora, pero perdimos la cuenta de las veces que dijo que quería jubilarse". Suele ser así, uno no se da cuenta de lo que pierde al dejar un trabajo hasta que se para a pensarlo. Honorina Gutiérrez, "Nori" para sus compañeros, lleva más de 40 años en Cabueñes como auxiliar administrativo, cuatro décadas dedicada a todas esas labores básicas que necesita un hospital en su día a día para salir adelante. Así que Nori es parte fundamental de esa historia de Cabueñes que este año escribe su medio siglo; es una buena memoria -a punto de jubilarse- de aquel hospital que era casi una pequeña familia y que ahora es un empresa enorme de casi 2.500 trabajadores.

"Antes prácticamente conocía a todos los que trabajan aquí, ahora a casi ninguno", cuenta Nori desde la sala -el área de personal de Cabueñes- donde hasta hoy convivió con otra veintena de compañeros. Un sala por la que en los últimos años han pasado cantidad de trabajadores por el papeleo de jubilación. Ahora le toca a ella. "Hace ya unos 10 o 12 años que se viene marchando mucha gente. Ahora es difícil conocerlo a todo el personal de Cabueñes; antes una mala noche aquí quedaban cuatro trabajando, ahora vienen más de cien", dice.

Nori entró en Cabueñes en enero de 1977, nueve años después de la apertura del centro, "estuve en dos secretarías, en el servicio de anatomía patológica y también en rayos, y desde 1989 en el área de personal". Son 41 años de trabajo en los que tuvo que acostumbrarse a la sirena de la ambulancia. "La primera vez que llegó una urgencia con aquella alarma me escondí debajo de una mesa, luego uno ya se hace a ese ruido, pero al principio impresiona". No fue lo único que tuvo que aprender a dominar. Hace unos años se pasó del sistema analógico al digital, "empecé con máquina de escribir y papel auto-calcable y me voy tras comprobar que me gusta la tecnología, no me costó el cambio aunque hubo que esperar un poco a que el sistema funcionara como debía. Ahora se agilizó todo, se trabaja más y mejor", sostiene Nori.

Esta entrañable auxiliar administrativa no es la única que este año deja el área de personal. Una de sus compañeras, "con la que he desayunado durante 30 años", también se marcha: Magali Álvarez. Ambas llevan arreglando el mundo y Cabueñes muchas décadas, pero al principio no todo pintaba a que fuera a terminar tan bien, según cuenta Nori, "yo estaba en admisión y Magali en rayos. Me dieron la oportunidad de ir a compartir secretaría con ella y compaginarlo con anatomía. Magali me tenía un poco de recelo porque sabía que yo era muy reivindicativa". Y así era. Según su compañera, "yo solo la conocía de todas las asambleas, se ponía como loca. Cuando me dijeron que venía conmigo pensé, ¡ay mi madre! Y ahora ya ves, 30 años tomando el café juntas", cuenta Álvarez que en noviembre también pondrá fin a su etapa laboral en Cabueñes. Ya no habrá desayunos, ni café, "ni responsabilidades; como mucho, que no se nos queme nada en casa", comentan ambas entre risas. "La verdad es que gracias a este trabajo ha nacido una gran amistad, ahora tendré tiempo para muchas cosas, para caminar, que lo recomiendan los médicos y para descansar. No sé cómo hay gente que se aburre cuando se jubila, ahora podré hacer de todo, ¡con la falta que me hace!", exclama Nori. Tras 46 años cotizando, esta administrativa lo deja porque ella quiere, se va de manera voluntaria y "solo un año antes de lo que me tocaría, pero aun así nos quitan un buen pellizco de la jubilación, no hay derecho", dice Nori sacando a relucir el carácter que ha hecho de ella una trabajadora muy querida en Cabueñes.