Fallece Eduardo Berbes, párroco de San Miguel de Pumarín durante dos décadas

Berbes, nacido en Ribadesella en 1932 en el seno de una familia dedicada al mar (su padre hacía botes y chalupas en el muelle) fue uno de los párrocos más queridos de la ciudad, como quedó acreditado tras sufrir el apuñalamiento de una feligresa en el año 1998. Fue un suceso que estremeció a la parroquia, protagonizado por una joven con problemas psiquiátricos a la que ni siquiera conocía: entró en la iglesia cuando se iba a celebrar el funeral por su suegro y sin mediar palabra acuchilló al sacerdote en repetidas ocasiones. Afortunadamente no fueron heridas graves y Eduardo Berbes, tras pasar por Cabueñes y el Hospital Central de Oviedo, se reincorporó apenas dos meses después a sus labores parroquiales. Perdonó a su agresora y nunca más quiso recordar aquel episodio, en la línea de sencillez y humildad que marcaron su ministerio sacerdotal.

Ingresó en el Seminario con 12 años, en Tapia de Casariego, para estudiar posteriormente en Valdediós y en Oviedo. Se ordenó en 1957 y fue coadjutor en Grado, en Candás y en Pumarín de Oviedo. Después fue párroco en Belmonte de Miranda y a continuación en Carbayín Bajo, en el pozo Pumarabule, durante 19 años. Precisamente allí recibió un homenaje en 2007, coincidiendo con las bodas de oro de su ordenación sacerdotal. Los parroquianos le hicieron entrega entonces de una lámpara minera, símbolo del gran aprecio que le tuvieron los mineros de la zona.

Llegó a San Miguel de Pumarín el 29 de septiembre de 1991, el día del patrón, San Miguel, y desde entonces ejerció en una zona en la que llegó a ser una referencia para sus feligreses. "Me invitaban a comer a sus casas, a sus fiestas, disfrutaba en las primeras comuniones y celebraciones", recordaba en su jubilación.

Hoy se rezará un responso en el cementerio de su Ribadesella natal, y mañana a las 13.00 horas será el funeral en San Pedro.