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LUIS MANUEL FERNÁNDEZ GARCÍA | Abogado gijonés en el caso de abusos sexuales a un niño del colegio Gaztelueta, en Vizcaya

"La inmediatez importa, pero los menores que sufren abusos sexuales denuncian cuando pueden"

"Los peritos que examinaron al niño del colegio Gaztelueta creen que vivió episodios con su profesor que no llegó a contar por vergüenza y culpa"

Luis Manuel Fernández García, en su despacho de Gijón. JUAN PLAZA

Una década después de sufrir abusos sexuales, un exalumno del colegio vasco Gaztelueta ha logrado que una sentencia unánime de la Audiencia Provincial de Vizcaya haya confirmado "en todos sus extremos" el relato de esta víctima y condenase al profesor a once años de cárcel. El joven libró una lucha en solitario, con el apoyo de su familia y el de los abogados gijoneses Luis Manuel Fernández García y Leticia de la Hoz, que ejercieron la acusación particular en el juicio.

- Sentencia favorable después de un largo proceso. Más de una década.

-Ha sido una lucha por etapas. Es cierto que la inmediatez en las investigaciones facilita mucho las cosas y se podría haber resuelto esto mucho antes, pero este tipo de delitos no se puede denunciar cuando se debe, sino cuando se puede. Hasta que el joven no estuvo en condiciones no pudo denunciar. Cuanto más se tarda es más difícil.

- ¿Ha sido un triunfo?

-El momento de satisfacción para él fue llegar al juicio y poder declarar. Ese fue el final del camino para él, porque la sentencia ya no dependía de él. La sentencia confirmó lo que él dijo en todos sus extremos, pero lo principal era llegar al juicio y tener valor para hablar. Fue un triunfo absoluto, a pesar del sufrimiento que pasó al tener que relatarlo todo otra vez.

- ¿Cómo consiguió sacar valor para contarlo?

-Pudo seguir adelante por el apoyo de su familia, que siempre ha sido muy grande. Además de su fuerza de voluntad. A su manera es un chico muy maduro. Se autoconvenció de que no era culpa de él y supo que tenía el deber de denunciarlo.

- ¿Qué decían los psiquiatras y psicólogos de su historia?

-Fue muy importante la valoración del equipo psicosocial del juzgado, compuesto por dos psicólogos y dos psiquiatras. Tras dos días de entrevistas determinaron que no solo era creíble y veraz lo que decía, sino que tenían el convencimiento de que no contaba todo lo que realmente le pasó. Eso se explica en que una de las mayores secuelas son la vergüenza y la culpa. De hecho, el chico llegó a preguntarse "¿por qué no escapé?".

- ¿Cuándo lo contó?

-En 2011, la psicóloga Beatriz Salazar, que trabajaba en un despacho, le entrevistó para comprobar qué de verdad había en sus palabras. Poco después, el chico sufrió una crisis psiquiátrica, ingresó y no se siguió adelante. Pero ella guardó la grabación en la que él cuenta los hechos. Al leer en los periódicos que iba a juicio el caso, ella se puso en contacto con el juzgado y aportó la grabación. Desde ese momento y en todas sus declaraciones posteriores -declaró seis veces- siempre mantuvo el mismo relato.

- ¿Cómo se inició todo?

-En 2015 fue el propio chico quien decidió que quería denunciar. Iniciamos el procedimiento en los tribunales de Getxo. Fue una instrucción muy compleja, en la que declararon los profesionales que le atendía, la dirección del centro, que además aportó actas notariales de antiguos alumnos. La primera victoria fue que el juez de instrucción llegase a la convicción de que había indicios suficientes para abrir un procedimiento penal.

- ¿Su discurso siempre fue coherente?

-Siempre mantuvo la misma versión. Lleva contando lo mismo desde la primera vez que lo cuenta. Los mismos detalles, los mismos abusos. Otra cosa es que no cuente todo lo que le pasó.

- ¿Sus padres cómo se enteraron?

-La familia nunca pensó que fuera el abuso de un profesor. Sabían que algo pasaba porque ellos tenían un niño normal que de pronto enfermó y desarrolló muchos problemas, pero jamás tuvieron ni la mínima sospecha hasta que el chico lo cuenta. Cuando lo hace, para la familia fue un shock.

- ¿Qué hicieron entonces?

-Antes de denunciarlo fueron a hablar con el director del colegio que, en un principio les creyó. Ya en el segundo contacto cambió el tono, comenzaron a creer la versión del docente y descargar la culpa. A partir de ahí acuden a la Fiscalía.

- ¿Les sirvió escribir una carta al Papa Francisco?

-Son una familia religiosa, que sufrió mucho y tuvo que irse de Bilbao porque todo su círculo, relacionado con el colegio, les dio la espalda. Y tuvieron que irse a otra comunidad autónoma. La carta del Papa fue un rayo de esperanza, porque él fue el primero que les hizo caso y ordenó a la Iglesia investigar el caso. Luego, la actuación posterior por la Conferencia Episcopal no podemos juzgarla porque no la vimos. Fue secreta y no hemos tenido acceso a ella.

- ¿Por qué se demoró todo tanto?

-El cuadro clínico que tenía en 2011 le impedía contarlo. Todos los médicos detectaban en sus informes que sufría estrés postraumático. Cada vez que lo contaba entraba en una crisis que le tenía meses muy mal, encerrado en casa y metido en la cama. Su situación inestable hacía complicado que pudiese enfrentarse a un juicio. De hecho, durante años no podía tener contacto con una figura de autoridad en clase. Cada vez que un profesor se dirigía a él entraba en crisis y no quería volver.

- ¿El chico se recuperará?

-Con el tratamiento va mejorando. No sabemos si se curará definitivamente, pero el proceso de curación implica que empieza a tener más capacidad volitiva. Una sentencia que confirme que lo que día sucedió y que encima hay un culpable, no sé si desde el punto de vista terapéutico ayudara, porque no somos médicos, pero desde un punto de vista moral seguro que le refuerza.

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