Sara Torres (Gijón, 1991) suma y sigue. La joven poetisa, que obtuvo el premio "Gloria Fuertes" con "La otra genealogía", ya va por su tercer poemario, podría ver publicada su primera novela este año y está ultimando su tesis doctoral en la universidad Queen Mary, en Londres, donde reside. Su nuevo poemario "Phantasmagoria" sigue la estela de su obra, centrada en diferentes facetas de la imaginación, y estudia los mecanismos de la memoria y cómo ésta es capaz de encerrarnos en una melancolía permanente. La gijonesa ofrecerá mañana un recital de su nuevo libro junto al artista Sergio Santurio en la Sala Cultural de LA NUEVA ESPAÑA a las 20 horas.

- Vive en Londres desde hace unos años. ¿Le gusta volver a casa?

-Gijón me gusta mucho. De pequeña cada vez que viajaba siempre escuchaba que qué suerte tenia de haber nacido aquí, qué vivía en el mejor sitio del mundo. Así que siempre pensé que me quedaría en Asturias. La crisis económica afecta a la movilidad, y a veces te obliga a dejar un sitio que es agradable. No fantaseo con tener un trabajo en Gijón porque lo veo inviable. Sí me planteo vidas en las que paso temporadas aquí, trabajando en la educación, por ejemplo. Paso aquí veranos muy largos y meses en invierno y estoy muy a gusto.

- ¿Vivir fuera de casa y todo lo que ello conlleva ha afectado a su obra?

-Estar incómodo, desplazado en un espacio te lleva a plantearte el lenguaje. Tienes que desarrollar nuevas capacidades para adaptarte a un territorio que no es dado, que no es regalado. De ese esfuerzo adaptativo se generan lenguajes distintos, siempre. Luego también está el inglés. Para una persona adulta que ha fundamentado todo su capital cultural y humano en el lenguaje, en convencer, en seducir a través del lenguaje... pues no poder hablar tu idioma te baja bastante la autoestima, y te obliga a desarrollar estrategias distintas que al ritmo de la escritura y al ritmo poético le afectan enormemente.

- "Phantasmagoria" es su tercer trabajo. ¿Qué se encontrará el lector?

-Es un tercer libro que cierra una serie sobre la imaginación. "La otra genealogía" era la posibilidad de imaginar otros mundos con lógicas y organizaciones distintas, que privilegian vidas que no han sido protegidas en nuestro sistema social. "Conjuros y cantos" habla de pasar de la imaginación a la acción a través de la performatividad del lenguaje de los conjuros, cómo pasar del pensar al hacer. "Phantasmagoria" es una crítica a la imaginación. En concreto, el libro habla sobre el cuerpo que se queda atrapado en la imaginación. Es una exploración de los procesos de imaginar y de cómo nos quedamos encerrados en los mundos representativos del pasado.

- ¿Y respecto a la forma? ¿Se parece a sus trabajos anteriores?

-Tiene una estructura bastante distinta. Tiene una parte de versos más cortos, que intentan capturar sensaciones, tacto, colores e imágenes de una forma inmediata. Pero sobre todo he intentado explorar los mecanismos que utiliza la mente a la hora de recordar y cómo funciona la memoria, traduciéndolo al lenguaje poético. Esta es la novedad. Es un tema que siempre me ha interesado. Ahora trabajo mucho con psicoanálisis y con neurobiología para mi trabajo doctoral.

- ¿Sobre qué trata su tesis?

-Principalmente sobre deseo y literatura. Es una crítica de cómo se encauza el deseo dentro de lo que llamo la educación heterosexual, que canaliza la vida en torno al futuro, la pareja y la familia. Cómo seres deseantes que en potencia podría desear de mil maneras ven cerradas las posibilidades de lo vital.

- Ya va por el tercer poemario. ¿Qué supone para usted escribir poesía?

- Más que una vía de escape, es una vía de comprensión. Digamos que cuando la mente se sobrecarga, que es algo muy habitual, la gente necesita echarlo fuera, descargar. Hay cientos de vías: la meditación y el ejercicio, por ejemplo. A mí la literatura me interesa en cuanto sirve para liberar la mente y desplazar el contenido a una plataforma externa donde puedes trabajar con ella. Imagínate que pudieras descargar tu mente en un documento de "Word" y pudieras manipularla. En ese "word" puedes trabajar en ella como si fuera un texto, así dejas de ser una víctima de tu mente. Puedes ver las lógicas con las que opera y añadir cambios.

- ¿Se plantea explorar nuevos géneros, como la novela?

-Escribí una novela durante el año que estuve en Córdoba en una residencia de la Fundación Antonio Gala. Hace unos meses recibió una mención especial dentro de un premio que hacen con la editorial Planeta, y están pensando en publicarla después del verano. Se llama "Vida Mínima" y es una continuación de los temas que exploro en los poemarios. Pero si Phantasmagoria mira lo simbólico, "Vida mínima" explora un cuerpo que está obsesionado con sus propios estados, un cuerpo que es incapaz de desear y que mira el deseo de los otros con fascinación, porque no es capaz de sentir eso.

- Cada vez crece más la preocupación por la pérdida del hábito de lectura entre las nuevas generaciones. ¿Qué opinión le merece?

-A mí no me preocupa. El ser humano busca siempre la poetización, porque no tiene otra forma de estar en el mundo. Siempre va a buscar ficciones, narrativas, emocionarse con cosas. Que la narrativa venga por un videojuego, por ejemplo, es parte de la evolución tecnológica y no podemos hacer nada. Si se atiende al significado de tecnología, la escritura no deja de serlo, no deja de ser una herramienta que nos ayuda y que sirve de ensamble entre el cuerpo y otros objetos. Qué objetos nos van a aportar en un futuro la función poética, pues no lo sé, pero si en algún momento la escritura en verso no aporta nada, no me preocupa.

- ¿Cómo es eso?

- La poesía también tiene que modificarse para seguir existiendo. Ahora mismo hay rap que se parece más al verso tradicional que lo que escribo yo. La gente es purista y le gusta proteger su disciplina, pero en el fondo es una manera de proteger su trabajo.

- Así que no es pesimista

-Bueno, es lo que hay. Es un tema que no me preocupa, igual que no lo hace el hecho de que el ser humano pueda llegar a perder la sensibilidad. La perderá y ganará otra. Pero a mí lo que me interesa es que los vivos vivan lo mejor posible y que vivan con una filosofía que permita que la vida sea fluida en general, no importa tanto el cómo.