Thiago Guamán, el pequeño gijonés de tres años que se atragantó con una uva la pasada Nochevieja, falleció antes de llegar al Hospital de Jove. Según ha podido saber este periódico, la madre del niño llamó a Emergencias diez minutos después de la medianoche asegurando que su hijo estaba "morado" y que no podía respirar. Inmediatamente, el SAMU movilizó a su UVI móvil y a otra ambulancia básica con un médico de guardia del centro de salud de La Calzada, pero los agentes de policía local, a los que también se había avisado, lograron llegar antes al lugar del accidente y, viendo que el niño ya no tenía pulso, decidieron desplazarle directamente a Jove. A su llegada al centro hospitalario, el personal de la ambulancia logró extraerle la uva al pequeño con unas pinzas y su propio material de intubación, pero no pudieron reanimarle.

Fuentes consultadas por este periódico explican que la movilización del servicio médico fue "inmediata" y que, de hecho, el protocolo de actuación se activó incluso antes de que la madre colgase el teléfono. Al ver que se trataba de un niño de tres años que no respiraba y que tenía el rostro "morado" -indicio de que el nivel de asfixia era ya muy grave-, la empleada del SAMU que recibió la llamada hizo "un gesto con la mano" a sus compañeros para indicar que debían desplazar inmediatamente a la UVI móvil hasta la calle Independencia del barrio del Natahoyo, lugar de residencia de la familia del pequeño. Estas mismas fuentes explican también que en el momento de recibir el aviso la ambulancia acababa de dejar a un enfermo en el Hospital de Cabueñes y que, por tanto, podía dirigirse directamente a atender la urgencia. Así se hizo. La UVI móvil avisó de que ya iba de camino y que calculaba que llegaría hasta el lugar del accidente en unos seis o siete minutos.

Durante este primera llamada, además, el personal del SAMU recomendó también a la madre que tratase de practicar la maniobra de Heimlich -la conocida técnica de compresión abdominal para desobstruir los conductos respiratorios de un afectado por atragantamiento-, aunque ella explicó que ya lo había intentado y que el niño seguía sin poder escupir la uva.

Después, Emergencias habló con la médico de la UVI móvil, que explicó que su equipo seguía de camino y que estaban cada vez más cerca del accidente pero que, viendo la gravedad del suceso, sería recomendable movilizar también a otra ambulancia más cercana como medida preventiva. Fue así como el SAMU decidió hacer caso a su compañera y activar a una ambulancia básica con un médico de guardia del centro de salud de La Calzada. Esta segunda movilización, no obstante, fue desactivada a los pocos minutos al ver que la UVI móvil avanzaba a buen ritmo y que se encontraba ya cerca de El Natahoyo. La médico de La Calzada, de hecho, no llegó a abandonar su centro de salud.

Cuando la madre llamó al 112 se había movilizado, de forma simultánea, a una patrulla de la Policía Local, que logró llegar al domicilio antes incluso que el equipo médico. Su actuación, por tanto, fue también inmediata. Las mismas fuentes consultadas indican que en cuanto los agentes llegaron hasta el niño llamaron a sus compañeros del SAMU para informar de su posición y del grave estado en el que se encontraba el pequeño. Desde el primer momento alertaron de que la víctima del infortunio se encontraba ya en parada cardiorespiratoria. La situación de los agentes tampoco fue sencilla, porque veían que la familia del pequeño estaba cada vez más nerviosa. Se dieron cuenta de que Jove estaba a solo unos minutos de su calle y que desde el vehículo policial podrían desplazarlo rápidamente.

Emergencias había recomendado no mover al pequeño gijonés por dos motivos: la UVI móvil estaba a punto de enfilar la calle Independiencia y Jove carece de unidad pediátrica. Pero los agentes veían que al menor se le agotaba el tiempo y, en un último intento por salvar al pequeño, lo llevaron al hospital, que aunque no tiene una unidad específica sí que cuenta con su propia Unidad de Cuidados Intensivos y, por tanto, con el personal médico adecuado para atender este tipo de urgencias. Todas estas conversaciones sucedieron en apenas seis minutos. Como la llamada se produjo a partir de las doce y diez de la medianoche, Thiago Guamán llevaba ya alrededor de un cuarto de hora sin respirar y varios minutos sin pulso cardiaco.

Cuando los agentes arrancaron el coche para llevarse al niño, a la ambulancia le faltaba menos de un minuto para llegar a su posición -el conductor de la UVI pudo ver cómo el coche policial iniciaba la marcha- y siguió al vehículo hasta el hospital. Thiago Guamán llegó pronto a Jove y fue atendido nada más salir del vehículo por el equipo de la ambulancia. La médico de la UVI móvil utilizó, de hecho, parte de su propio material médico. Empleó su ambú -la clásica mascarilla con bolsa autoinflable para reanimar manualmente a pacientes- y el material de intubación tradicional. Consiguió despejar las vías respiratorias del pequeño y localizar la uva con la que se había atragantado. Con unas pinzas, la misma médico extrajo por fin la fruta. Nada se pudo hacer, no obstante, por salvar la vida del niño, pese a que tanto el equipo de la UVI móvil como el propio personal del Hospital de Jove trataron de reanimarle durante varios minutos. No fue posible. El menor presentaba asistolia: su corazón no latía. Thiago estaba clínicamente muerto.