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Los frutos secos y los globos, primeras causas de atragantamientos en niños y adolescentes

Los médicos recomiendan no trasladar al afectado directamente al hospital: "Los primeros minutos son vitales; es mejor realizar maniobras de reanimación"

Los frutos secos y los globos, primeras causas de atragantamientos en niños y adolescentes

Aunque los pediatras consideran que las cifras por muertes de atragantamiento no son alarmantes, apuntan a que las más frecuentes se producen en las edades más tempranas, por debajo de los cinco años -el pequeño gijonés fallecido en Nochevieja tenía tres-, y sobre todo en los menores de dos. La Asociación Española de Pediatría estima que el 40% de las muertes accidentales en menores de un año se deben a este problema. En la infancia lo más común son los atragantamientos con trozos de comida, destacando porcentualmente los frutos secos, aunque hay otro "pico estadístico" a partir de los 11 años en la que son más habituales los ahogamientos por productos inorgánicos como las tapas de bolígrafo y los globos, que suponen el 30% de los casos. Según César Martínez, médico del SAMU, también son comunes los atragantamientos de ancianos con patologías degenerativas (demencia, ictus, disfagia) que complican también su capacidad de deglución. "Pero le pueda pasar a cualquiera. Hemos visto casos de gente adulta que se ha atragantado con naranjas y trozos de pizza", razona el experto.

El pediatra Venancio Martínez encuentra tres condiciones que pueden provocar el atragantamiento en un niño. "Su vía respiratoria es pequeña y tiene un calibre estrecho hasta la edad de 4 o 5 años y la boca es proporcionalmente mucho mayor. Además, el proceso de deglución no alcanza una madurez completa hasta esa edad, lo que origina una deficiente coordinación para llevar los alimentos sólidos y cuerpos extraños hacia la vía digestiva. La tercera condición es que muchos padres no son conscientes de que esto puede ocurrir", explica.

Cómo actuar

Martínez resume cuál debe ser el protocolo de actuación por parte de familiares y testigos ante un atragantamiento. Un par de variables influyen en el modo de proceder. La primera, averiguar si el afectado presenta tos efectiva o tos no efectiva, es decir, comprobar si el atragantado es simplemente capaz de toser y, si es así, animarle a que continúe. En esta situación, lo normal es que la víctima sea capaz de articular palabra y coger aire. En el caso de los bebés, el pequeño debería mostrar su incomodidad a través del llanto. Si el afectado no consigue librarse de la obstrucción por sí mismo, será el momento de llamar a Emergencias.

Entre tanto, el afectado acabará por dejar de poder toser, lo que indica que sus problemas respiratorios van en aumento. Dentro de esta segunda variable, los médicos de urgencias diferencian otras dos: la consciencia y la inconsciencia. En caso de que el afectado esté consciente, los testigos notarán que ya no es capaz de hablar, que su cara adquiere un tono morado y que, aunque trata de toser, ya no puede coger aire para hacerlo. La primera medida llegados a este punto será dar con firmeza cinco palmadas interescapulares (entre los dos omóplatos) en la espalda del afectado, al que se deberá inclinar hacia delante. En el caso de que la víctima tenga menos de un año, se le deberá situar bocabajo y sobre el antebrazo para mayor seguridad.

Si las palmadas no funcionan llegará el momento de practicar la conocida maniobra de Heimlich, que consiste en rodear al auxiliado por su espalda con los dos brazos y posicionar el puño de una mano y la palma estirada de la otra encima a una altura aproximada entre el ombligo y el esternón. "En esa posición hay que dar cinco compresiones, hacia atrás y hacia arriba", puntúa Martínez. La maniobra cambia en el caso de que el afectado tenga menos de un año. "Los bebés presentan visceromegalia; tienen el abdomen muy grande y sus vísceras, el hígado y el bazo, sobresalen por debajo de las costillas", razona Martínez. Por tanto, la persona que le auxilie debe colocarlo de nuevo bocarriba y aplicar presión con dos dedos, más arriba, sobre el esternón. También con cinco compresiones. Las dos técnicas -palmadas y compresiones- deben intercalarse mientras el atragantado siga consciente.

Si se desmaya, se le debe colocar bocarriba en una superficie plana y abrir su boca con las manos. Si el objeto con el que se ha atragantado se ve a simple vista, los médicos recomiendan tratar de sacarlo con los dedos. "Es importante no meterle nada en la boca si el objeto no se ve, porque podemos empujarlo sin querer más al fondo", justifica el médico del SAMU. El afectado que pierde el conocimiento lo hace porque se ha quedado sin oxígeno, por lo que su corazón acabará también por dejar de latir. "Aquí hay que iniciar la clásica maniobra de reanimación cardiopulmunar hasta que venga la ambulancia", explica Martínez. El encargado de ello debe poner sus dos manos sobre el esternón de la víctima y aplicar 30 compresiones seguidas por dos insuflaciones de rescate (el clásico boca a boca). Después, otras 30 compresiones. Y así hasta que venga la ambulancia o hasta que el afectado vuelva a respirar. Cada dos minutos, se deberá comprobar la boca del auxiliado para tratar de extraer el objeto o el alimento si se vuelve visible. Para reanimar a los niños, el médico recomienda al personal no sanitario empezar con cinco insuflaciones respiratorias antes de las primeras 30 compresiones torácicas.

Ante cualquier parada cardiorrespiratoria, un afectado al que no se le practica ninguna maniobra de socorro dispone de unos siete o diez minutos antes de que sus probabilidades para sobrevivir sean casi nulas. "Por eso recomendamos llamar a Emergencias y socorrer a la persona hasta que llegue la ambulancia. Antes, era muy común que la gente fuese directa al hospital en coche. Hemos visto a pacientes que han sobrevivido sin secuelas a una parada de más de 30 minutos porque se le estaba reanimando. Si no se socorre, por cada minuto que pasa el paciente tiene en un 10 y 20% menos de posibilidades de sobrevivir", completa Martínez.

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